Pradanos de Ojeda 

 

LAS QUINIELAS DEL VATICANO

 

 -I-

CAMPANAS, AL VUELO, DEL VATICANO

 

 

Acaban de lanzarse, a los cuatro vientos, las campanas del vaticano.

(¡Hacía tiempo que no clamaban así!)

                                                                                                                 

Un extraño presagio envuelve la plaza de san Pedro.        

Hay cierta confusión en su trasiego.

Se dilata la espera anunciada del papa.

 

Son las doce horas, de un día de ángelus, del 11 de febrero de 2013.

La “piaza de san Pietro” está a media asta de peregrinos.

Una noticia rompe la fría mañana del invierno romano.El papa Benedicto XVI, después de siete años de papado, deja la sede, dimite.

(La “fumata” blanca, amparada por el “espíritu”, ha comenzado a funcionar).

El eco, que la noticia despierta, recorre el mundo entero de los creyentes.

El sucesor de Pedro se apea de la barca.

 

Cuando el papa llega a decirlo por su boca, el alma de los peregrinos se conmueve. La respiración se entrecorta. Hay un desasosiego, un presagio.

Un extraño escalofrío conmueve a los que esperan. ¡Parecieran ser momentos de cambio!

El pescador –se oye decir-  se baja de su barca.

En su justificación, se argumenta: su edad avanzada, su cansancio o su fatiga.

A la memoria llegan reflejos condicionados  de un suceso inesperado, rompiendo la costumbre inveterada tan tradicional.

Boquiabiertos, los presentes sostienen, en un espeso silencio, cierta gravedad. Algo sucede en el vaticano -sospechan-: (¡Sí, es mayor…, siete años de papado…! ¿Cansado..., enfermo…, suficiente para jubilarse? ¿Otros no lo estuvieron y murieron dentro? ¡Quiere irse..., ser otra vez Ratzinger…, es libre..., es lícito, es juicioso! “¡Abba, páter!”)

 

 

-II-

 

¿DEL POR QUÉ DE LA DIMISIÓN DEL PAPA?

 

El papa, en una breve alocución, he dicho que se va, que desciende de la barca. Ha esbozado justificaciones objetivas de su deficiencia en el puesto que ejerce. Ha dicho que el trabajo y las responsabilidades son mayores que sus fuerzas. Ha expuesto razones, que evidencian su cese voluntario, y entrado en una dinámica eclesial poco o nada frecuente.

 

El papa dimisionario es una persona anciana, enferma, de salud deteriorada, a la que los sucesos le han pasado factura. Por dar algunos datos, éstos han sido: vatileaks, papeles robados, viajes, caso Lefebre, pederastia y una supuesta amenaza de muerte.

 

Pero a ninguno de éstos se ha referido, como tampoco a otros conflictos internos. Algunos de ellos subyacen a su falta de salud, agravados en el pasado marzo, en el viaje a México y Cuba. De ellos tenemos ahora mayor constancia. Se sabe que tuvo que ser operado del corazón por un marcapasos que llevaba.

 

A liturgia pasada, ahora los peregrinos y fieles comprenden mejor las deficiencias notorias en las funciones religiosas y de representación en sus viajes. De la presión ejercida por el gobierno de la curia, mejor ni mencionarlo. Ahí desbarraríamos. De ello no se habla ni se trasluce.

 

El papa, al que acostumbrados a ver, abrazado a la cruz hasta el momento final, como su predecesor –que tanto juego dio a los medios- no desea un desenlace parecido, pendiente del ojo de las cámaras, que no sea el de la divinidad, en aras de su intimidad.

 

Esta decisión valerosa -aunque no corriente- que depende de personas, ha sido una decisión meditada y guiada. Ello no supone que la cruz –la que todo hombre debe afrontar- se enfrente con pusilanimidad. Elegirla o renunciar nadie puede, y sólo una visión cristiana permite encararla. Y, si resulta difícil asumir el puesto de pescador, no lo es menos el renunciar a él, cuando las fuerzas faltan; o como dice el pueblo llano, cuando pregunta: “¿sabes por qué el papa ha dimitido?: porque no estaba muy católico, el hombre ¿sabes?” ¡Ahora caigo, así sea!- dijo el otro.

 

 

 

-III-

 

¿DIMISIÓN EN CADENA?

 

Tal vez, desde el día, en que se produjo

la dimisión del papa, todo acontecimiento,

antes impensable, que pudiera suceder en la iglesia,

adquiere ahora el carácter de posible.

 

Es referencia a hechos, semejantes en el fondo,

aunque opuestos en el tiempo: “el de la conveniencia

de que me vaya, y de que venga quien me sustituya” .

 

El primero, en el arranque del cristianismo;

el segundo, presentado por el sucesor de Pedro,

al apearse de la barca, y dejar libre su puesto.

 

Y si, con el primero, el misterio les llenó de desconcierto;

con las reticencias del que se ha ido, para entrar en el silencio,

nos envuelven innumerables sensaciones,

preguntándonos por el trasfondo tras su marcha.

 

Desde que la grey quedara sin pastor,

al entrar o salir de cualquiera de las consideraciones,

se percibe una iglesia apegada a las riquezas y falta de virtud,

al haberse colocado del lado terrenal,

lo que induce a pensar en el cambio de destino.

                                 

Pareciera que toda aprensión, bajo la renuncia,

algo ha cambiado; aunque sustancialmente

nada haya sucedido, a la espera de un gesto del “espíritu”.

 

Cada día, que pasa, hay llamadas de conciencia

por un nuevo despertar de una iglesia,

montada en el boato y la opulencia; y,

 aunque tímidos los acontecimientos,

 podrían desbordarse, si se diesen en cadena.

 

Es poco probable, pero no imposible, que el martes,

a la hora de la primera votación, antes de cruzar la puerta

de la capilla Sixtina, los cardenales tocados por el dedo

del espíritu, decidieran no entrar, al

haber formado parte de los escándalos de pederastia,

vatileaks y uso indebido de riquezas.

 

Sería facilitar la elección a un nuevo papa,

libre de mancha, capaz de reformar la curia,

las finanzas y costumbres de quienes, debiéndose

 a la virtud, provocan la pérdida de una fe de carboneros.

 

¡Si así hubiera de suceder, serían unos más a los ojos

de quienes necesitan testimonios!

¡La fe de creyentes cobraría nueva vida!

 

Es, por tanto, época de actos consumados más

que de rezos prolongados.

¡Los hechos serían las mejores razones!

  

***

 

Y, siendo poco probable que el martes,

a las seis y media, a la entrada de la primera votación

los cardenales, en cuestión…

decidan no entrar –y no ser nombrados “papa”-

reconociendo sus irrresponsabilidades,

sería la esperanza de una iglesia,

que comenzaría a renovarse.

 

**

Pero sea como fuere, acontecerá

lo que haya de suceder.

 

* 

Mariano San Millán López, escritor

Para Periodista digital

 

 

 

 

                                                                                               -IV-

 

                                                                                             DESHOJAR LA MARGARITA

 

 

Mientras se nos piden oraciones, los cardenales han vuelto otra vez “a la carga”. Como es de prever, se les pide que a la hora indicada estén en sus puestos, alentando el presente por acercar el futuro, para que salte, cual ciervo herido por la unción, el secreto de lo arcano.

 

No deben dolernos prendas, pues lo que se ha hecho con el tiempo, éste no lo borrará así como así, lo que dará la razón a los que piensan que de otra forma no sería posible. Por eso, en contra de toda red de redes, tendremos que seguir mirando a la chimenea del vaticano, por ver cambiar el humo de negro a blanco, sin que se admitan otros colores intermedios que los de los comentarios, hechos por nuestros embajadores de la prensa en la cumbre vaticana.

 

A falta de otros métodos de persuasión más eficaces, que los creados por el tiempo con su azar, tengamos permanentemente junto a nosotros –aunque sea de plástico- una margarita, que deshojar, por quienes sean nuestros “predilectos”, como si de un rito de sugestión se tratara, en espera de que puedan caer en la quiniela vaticana.

 

Pero esto también se nos oculta y todo queda en papel que desaparece o se quema. Al final, si nos hemos quedado con un solo pétalo en el cáliz de la margarita, ése no debes arrancarlo, puede que sirva para otra votación, en el trascurso de las venideras. Es como un juego del destino, cuyo devenir ha de ser alentado.

Pero lo que nos embarga no tiene comparación con nada que se le pueda parecer.

 

Y, a falta de saber lo que sucede dentro de la capilla Sixtina: si alguien rozó ayer el límite, o quedó muy corto de lo que se esperaba, sin llegar a rebasar los dos tercios, conformémonos con imaginar quiénes, habiendo sido repicados por las campanas periodísticas romanas, en la persona de: Scola, Dolan, O´Malley, Schönborn, Rivera, Bergoglio, Amigo o L. M. Tagle, por poner unos ejemplos… nos han dejado un suave e imperceptible olor de santidad.

 

Y, así que el destino nos traiga los mejores mensajes, que estén por venir, y que sólo están en el viento: en este viento pre-primaveral, soplado por el espíritu, que al parecer anda, de un lado para otro, buscando un lugar donde encontrar su hueco.

                                                          Mariano San Millán López, escritor. Para Religión de periodista digital.

 

 

 

-V-

 

LIMOSNAS EN NOMBRE DE LA POBREZA

  

 

A la iglesia no le ha faltado esa clara visión trascendente, al escoger fechas de cuaresma para el cese del papa dimisionario, a la vez que una incipiente primavera, y elegir el nuevo papa, a la espera de resucitar de una iglesia, envuelta en conflictos terrenos.

 

El nuevo papa no se hizo esperar, y tras una votación sin indicios de humo, en una plaza fría y lluviosa, la gente, aunque desconsolada, permaneció fiel a sus sentimientos de esperanza, a sabiendas de que las cosas con valor, difícilmente se consiguen gratuitamente.

 

Fruto de ello, se nos ha dado un papa, que puede llenar toda esperanza de una vieja iglesia, que de no renovarse, terminarán conmoviéndose sus cimientos, a pesar de la creencia eterna, al hacer de la barca imagen de quien sabe templar las tempestades: un papa, al que se siente cercano, austero, sencillo, que camina junto a los viandantes, en metro. Por si fuera poco: es hispano, jesuita, primer papa sudamericano y se hace llamar Francisco (de Asís o de Javier: será lo mismo).

 

No fueron demasiadas cinco las votaciones, como para decir que se lo esperaba más tardío. Pero, como provenía de lejanas tierras, si tuvo por acompañante “al espíritu”, éste acortaría el camino, apareciendo en el balcón, a la espera de que, así como no fue complejo el ser elevado a la magistratura, tampoco lo sea en llevar las reformas “necesarias”, con mano firme y remo templado, al puerto de su consecución.

 

No haría falta decir, a pesar de lo que desconocemos, que pronto sabremos cómo el nuevo timonel gobernará el bajel. Y, aunque haya pedido oraciones al pueblo, les serán concedidas, a cambio de que haga lo “imprescindible” por el pueblo de dios, sumergido en un desierto de incertidumbres, cuales son las prioritarias las de una financiación, hecha por servidores incondicionales, que trabajen de sol a sol, al lado del marinero que gobierna la barca.

 

De la iglesia no haría falta insinuar que necesita cambios, que hubo un concilio; pero que de aquellos principios se vieron escasos resultados, y seguimos esperando aún “el santo advenimiento”. ¡Ojalá que Francisco, el llamado “Roncalli”, sea desprendido con su iglesia como lo fue Francisco de Asís!

 

Y, aunque de la iglesia se diga que es imperecedera, no podrá decirse que no necesite cambios. Con la nueva llegada de un hombre, que se las promete ser de dios, ¿no será ésta la ocasión de una invitación al cambio por una iglesia primigenia, o será un mero servidor de transición.

 

De la curia se dice que es reticente a los cambios, prefiriendo “cambiar en algo accidentalmente para que nada cambie sustancialmente”. A cincuenta tiros de piedra, está el concilio vaticano II, del que se prefiere callar, sin haber recogido frutos que no sean de media cosecha, o malograda, en ocasiones. Pero el pescador debe sentirse obligado a echar de nuevo las redes y probar, si el momento llegado es de bonanza, y aprestarse para la pesca.

 

Del papa dimisionario se podrá decir que no tuvo tiempo material, ni salud, para enderezar la barca. Tal vez, con su dimisión, se pueda cambiar el rumbo de quienes pensaron que el oficio de pesador fuera algo más que un servicio de subsistencia. 

 

Tomar las riendas de la dirección no debiera ser aspiración que alimentase deseos de posesión o poder, aunque la iglesia se anuncie como una comunidad de pobres. Pero la historia de la iglesia está llena de “adquisiciones y bienhechores”, sin haber desechado esa capacidad de seguir adquiriendo, como si en la pobreza se encontrase el romanticismo perfecto, cuando es desprendimiento del corazón, atado a su pertenencia, por que pueda sentirse liberado.

    

La iglesia, que no es institución con ánimo de lucro, tampoco es una ONG con carácter de subsistencia, lo que la coloca en una difícil tesitura de sostener los principios evangélicos, aunque deseche el brillo metálico. Digamos que, con su prédica y hechos, no ha hecho realidad aún que “el poder y el dinero sean para vivir y no vivir para poseer”. Pero la iglesia, como un estado de la sociedad civil, prefiere que sus adeptos vivan en pobreza, mientras la institución no tenga límites para el enriquecimiento.

 

No quisiéramos dar la falsa impresión de que los problemas de este mundo se solucionan con las solas palabras, sino acudiendo a la justicia, aun teniendo en mente la contestación del maestro, para salir del paso, al decir: “dad al césar lo que es del césar y a dios lo que es de dios”; por lo que la iglesia no desechó ser beneficiada por emperadores y guerras, colocándose en el privilegiado puesto de ocupar el medio entre ambos extremos.

 

Se puede decir que los bienes de la iglesia son comunales y nadie de los “ministrables” podrán malversarlos, pero sí hacer uso indebido, como la historia encierra. Ante la denuncia, la iglesia prefiere el silencio, desde el momento de haber tirado una piedra, al decirse: “si el maestro no pudo con las fuerzas del mal, es preferible ser mártir antes que confesor”.

 

La iglesia, como toda institución, ha de mirar hacia adelante. Y, si quiere sobrevivir, ha de entrar en diálogo con la sociedad y sus fieles, renovarse y no dar los problemas por tapujo. Tampoco será conveniente exacerbar el dicho, de los males sin remedio, de este mundo, cuales  son los suyos también, pues “nada de lo humano debería serle extraño”.

    

El deseo de independencia del vaticano es innato, como lo son los de toda condición humana e institución. Pararrayos de defensa, aparte, podrá poner cuantos sean, sin que por ello pueda permanecer lejos de los asuntos que preocupan al hombre y su transcendencia en el futuro, sólo asegurada, si camina en la dirección de su fundador, de quien se dijo “haber venido a reformar la ley mosaica”; al haber tratando de resolver los problemas, que la embargan, estando constituida de hombres, y no por ángeles.

 

Una vez deshojada la margarita, con la elección del nuevo papa Francisco, las quinielas entre lo probable y lo posible seguirán en juego. A ello debemos entregarnos, como observadores de los acontecimientos religiosos, que estarán por venir.

¿La disposición? La más abierta, cauta y realista posible. Evitar los paños calientes. La medicina aconseja: o juventud o cirugía. ¡Ojalá Bergoglio tenga el secreto de los buenos pescadores: una pesca de subsistencia, ecuánime o de gracia! “¡Habemus papam: viva!”      

                                                                mariano san millán lópez, escritor. para periodista digital 

 

                          

 

                                 -VI -

 

                                                                   UNO ENTRE MUCHOS PAPABLES

 

 

Llegar a ser papa debe de ser una de las cosas más difíciles del mundo. Tan difícil, como ser rey o presidente de un gobierno. Los conocimientos o virtudes a veces no cuentan demasiado, porque lo que importa es servir para el puesto institucional ofertado.

  

Y, aunque se diga que papa lo puede ser cualquier cristiano, esto no deja de ser un eufemismo. Los únicos llamados a serlo son los cardenales: ese conjunto de sanedritas en el pueblo judío, de los que se conocen más sus virtudes que sus escándalos, pero que nadie está libre de ser un fundador de legionarios de Cristo.

  

Nada suele haber de novedoso de un cónclave a otro. Y, si algo cambiara, sería para que nada sustancial cambiase. Las instituciones estatizadas parecieran edificios inconmovibles, que han de durar toda la vida, sin reformas ni remoces, a pesar de que el tiempo los deteriore.

  

Consecuentemente, ningún cardenal conservador saldrá a gobernar para el mañana, sino para el ayer. Eso explicaría que la revolución del nazareno fue suficiente, y lo útil y necesario es reinar. Los veintiún siglos de existencia son mejores, vistos desde el pasado que desde el presente. Para unos, porque de allí dimanan las esencias inalterables del cristianismo; y para otros, porque nada mejor que una institución imperecedera.

  

Ése será el temor de la iglesia: el cambio; el ir a menos, en vez de ir a más; la falta de fe en el fundador, pero a cambio se confía más en las estructuras consolidadas que en las que deben ajustarse a los tiempos. De ahí la corrupción de costumbres y virtudes, correspondientes al poder y el dinero.

  

Conocemos la postura de algunos cardenales que, amparándose tal vez en la humildad evangélica, no se postulan papables. Es el caso de los españoles Amigo y Sistar, tal vez por no sentirse asistidos por el espíritu santo.

  

Y, sin ánimo de profetizar, pero desde el realismo, podríamos decir que, para una nueva época, no continuista -que lo será- creemos tener un retrato robot, el que necesita la iglesia, del futuro papa: Éste ha de ser de los más jóvenes. No importa nacionalidad ni raza, sin que, por necesidad, tenga que ser italiano y, sin que forme parte de una determinada facción vaticana y esté abierto a toda renovación positiva y democrática. 

  

El nuevo papa, conocedor del mundo, deberá abrir la puerta cerrada de lo esotérico, rebajar los mitos, elevar lo racional al rango humano, acomodándose al mundo real; y, sin temor a invadir el campo de cualquiera que se le asemeje…, que tenga don de gentes y sea dialogante…

  

Los temas por tratar de su agenda serán infinitos: ecumenismo, pobreza, celibato, mujer, aborto, divorcio, catecumenado, evangelio…, ¡al rojo vivo!

 

“La mies es mucha y los segadores” diezmados. Miremos por los obreros de la viña. Que no envejezca la institución.

                                          

                                                    21.2.2013 Mariano San Millán López. Para periodista digital

 

 

 

 

-VII-

 

                                                                           POR UNA IGLESIA POBRE Y DIGNA 

 

 

¡Cómo quisiera una iglesia pobre y para los pobres!

- dice el papa Francisco; aún teniendo en cuenta

que Nicolás V (1447-1455) dejó dicho:

“si la autoridad de la santa sede es visible

 en edificios majestuosos…, la creencia puede crecer…”

 

                                                                                                                                                                   

Claras y determinantes son las posiciones entre el papa Nicolás V (1455) y Francisco, no sólo por la diferencia de 558 años, los que van entre el 208º papa de la lista de san Pedro hasta el actual; también por una percepción distinta, respecto a la pobreza, que va desde el “¡cómo quisiera que la iglesia fuera pobre y para los pobres!” de Bergoglio, a la de Tommaso Parentucelli, quien con sus palabras a pie de lecho de muerte, hizo ante sus cardenales esta defensa de su programa:

Para crear convicciones sólidas y estables en la mente de las gentes sin cultura, debe haber algo que les llame a sus ojos: una fe popular sostenida sólo por doctrinas sólo puede ser una fe débil y vacilante. Pero si la autoridad de la santa sede es visible en edificios majestuosos…, la creencia puede crecer y reforzarse como una tradición de generación en generación, y todo el mundo la aceptará”, como ha sido hasta ahora.

 

Pero pudiera ser que esta tónica dominante cambiara, ante el deseo manifestado por el nuevo papa, si a los ocho años de jefatura del papado de Nicolás V, el papa Francisco gozara, al menos, de los mismos, y algunos más para llevar a cabo las reformas oportunas.

 

Y, aunque en vida de Nicolás V no se llegó a terminar de construir toda la Roma de los papas, sus sucesores siguieron con el empeño de conseguir la Roma imperial, en la que dominaran los grandes edificios y palacios, cuya fiebre llevaría a la concesión perjudicial -denostada por Lutero- de bulas indiscriminadas, por  terminar su obra, aunque se desconozca, si fue la de Dios.

 

La obra de Francisco no será iconoclasta, la de acabar con los palacios y riquezas de la iglesia, sino con el inicio de una reforma que vaya desde “¡arregla mi iglesia de la Porciúncula!” hasta la mejora de la economía y finanzas, comenzando por sanear el banco “IOR” en otro más conforme con la ética, donde no quepan directores, dedicados a la construcción de barcos para la guerra ni la de gestores impropios, que no evitan la corrupción de los cambistas del templo.

 

E, iniciado el arreglo de “mi casa” por el techado; a continuación habrá de venir el de deshabitar palacios y mansiones de boato, sustituyendo objetos, que bien podrían ser vendidos, y con su fruto ayudar a los desheredados, pobres de recursos, sin techo, sin trabajo y sin una asignación oficial de los gobiernos respectivos del mundo, donde la pobreza de solemnidad se ceba, poniendo en cuestión la dignidad de la persona, al convertir la miseria en oprobio.

 

¡Las masas humanas claman por tener qué comer, por un trabajo digno, por recursos suficientes y permanentes, por no sentir la angustia del “qué será de nosotros, si nos falta lo necesario mañana”, lo que clama al cielo, de un sistema que vive a espaldas de los “excluidos” de los bienes de este mundo.

 

Tal vez, el nuevo papa esté planificando una nueva residencia y, una vez recubierta “la porciúncula” y, acomodado el servicio de administración, elija un lugar, distinto del fastuoso vaticano; pasando éste a ser destinado a museo –por sus objetos sagrados, más decorativos que útiles, donde ser testigos de la historia- a la vez que residencia final de los papas en sus tumbas.

 

Y, si elige –por caso- la catedral de Roma, san Juan de Letrán, y ésta cumple con las funciones de administración, reducir el cuerpo cardenalicio, cuyos destinos podrían ensancharse hasta los confines de la cristiandad.

 

La otra reforma habría de ser la del centenar de guardias suizos que, sin dejar desprotegidos la defensa de las personas, se reduzcan a los necesarios e imprescindibles por seguridad de las dependencias, sin que el vaticano dejara de ser cabeza visible de la cristiandad, pero sin la fastuosidad de lo innecesario y ostentoso.

 

Esperamos del papa Francisco que, tan pronto se hayan cumplido cien días de gobierno, y haya asignado los cargos a la curia, haya pasado de los deseos a los hechos, habiendo hecho la ajustada selección necesaria, lo más prudente y acertada posible. Y esto, porque la iglesia ha tenido durante el paso de dos papas, y casi cuarenta años, el revés de pasar por alto lo que, siendo sagrado, ha considerado banal.

 

Nos referimos a la iglesia de los pobres, cuya pobreza ha de notarse en la vida interna del vaticano como externa en sus salidas. Fue Nicolás V quien, sin temblarle el pulso, mezcló bulas con finanzas, consiguiendo un cisma, al mantenerse con mano de hierro.

 

Los cambios que haga el nuevo papa no han de terminar aquí, si es que el cuerpo vaticano le apoya. Serán aún de mayor calado. La mies sigue siendo mucha y los segadores los justos, a la espera de que el dedo siga tocando el corazón de “misioneros” en la frontera. Es aquí, donde la iglesia puede crecer, y rejuvenecerse el cristianismo.

 

¿Conseguirá este papa llenar las iglesias vacías de Europa y de vocaciones necesarias?

                                                                                                                                                                                                            

Mariano San Millán López, escritor: 662.562.800. Para el director de “Religión digital de Periodista Digital”

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FRANCISCO Y SU GENTE

(UN MUSICAL EN DOS ACTOS)

 

TEXTO:

José M. García Laborda - José Luis Cortés - Ángel Gajate

 

MÚSICA Y CANCIONES:

 José M. García Laborda

 

 

 

 

    La historia transcurre a caballo entre el siglo XII y el  siglo XIII, pero los personajes y la acción están, en parte, actualizados, por lo cual, tanto la escenografía, como el vestuario permiten un doble juego histórico referido tanto  al pasado como a  la actualidad. El director de escena puede escoger, en cada  momento, utilizar los trajes y escenografía de época o actualizarlos.

    La acción gira en torno a algunos de los principales acontecimiento del santo medieval Francisco de Asís, que vivió en la Umbría italiana entre 1182 y 1226 y fundó la orden de franciscano, capuchinos y terciarios, esparcida por todo el mundo. Las diversas escenas de la obra aluden a algunos  momentos destacados de su vida: a la renuncia de la vida acomodada de comerciante de su padre, a la conversión interior siguiendo el Evangelio,  al beso a un leproso que le hizo acercarse a los más pobres y necesitados, a la domesticación de un Lobo que asolaba la región de Gubio, a la fundación de una comunidad de amigos y hermanos que vivían en máxima pobreza, en torno a valores como la defensa de la naturaleza, la paz y el respeto entre todos los hombres y el mundo. Así mismo Francisco motivó la conversión de Clara y la congregación que ella fundó.

   En medio de tantas crisis modernas, como la guerra, la destrucción del ecosistema ambiental  y el distanciamiento religioso y económico entre los diversos mundos y razas, la figura de San Francisco sigue representando un símbolo  de paz y fraternidad entre las diversas culturas y entre éstas y la naturaleza que nos sustenta. Esta obra es un homenaje a su figura y a su personalidad singular.

 

 

PERSONAJES

 

FRANCISCO: Joven de Asís, de 23 años, que experimenta una conversión interior

BERNARDO: Joven de Asís, compañero de Francisco

SILVESTRE: Joven de Asís, compañero de Francisco

GINO: Joven de Asís, compañero de Francisco.

CLARA: Joven de Asís, amiga de Francisco y fundadora de otro movimiento paralelo

MARIA: Joven de Asís, compañera de Clara.

ORNELA: Joven de Asís, compañera de Clara.

RELATOR Y BUZON: Empalma las  escenas y realiza comentarios

PEDRO BERNARDONE, PADRE DE FRANCISCO

MADRE DE FRANCISCO

“EL LOBO”: Jefe de una panda que aterroriza al barrio

GUIDO, EL OBISPO: La autoridad eclesiástica de la ciudad de Asís

VECINOS Y MENDIGOS MASCULINOS: CUATRO O CINCO

VECINOS Y MENDIGOS FEMENINAS: CUATRO O CINCO  (UNA VIEJA)

VOZ DE DIOS EN OFF

 

 

ACTO I

 

ESCENA I: (Francisco, Clara y sus amigos. Padres de Francisco, Vecinos. Una plaza en la ciudad de Asís o en cualquier otra ciudad, rodeada de balcones, por donde miran algunos vecinos. Sobre una mesa, con sillas, algunos botellones vacíos y un equipo de música, desde donde se escucha el tema musical.

 (Con el telón bajado y  plena luz suena la obertura musical de la obra. Al finalizar la obertura se apagan todas las luces y queda el teatro a oscuras)

 

VOZ DE DIOS: ¡Francisco! !Francisco!

FRANCISCO: ¿Qué pasa? ¿Quién me llama?

VOZ DE DIOS: Soy yo, ¿no te acuerdas? Soy yo, el de la pequeña iglesia  cercana a Asís.

FRANCISCO: ¡Ah, Asís, ciudad de mis recuerdos! Pero, no comprendo ¿Quién eres?

VOZ DE DIOS: Soy yo, el de San Damián

FRANCISCO: No entiendo

VOZ DE DIOS: Te necesito. ¿No lo sabes, ya? Mi “casa” amenaza ruina.

 (Se encienden todas las luces. Se va abriendo el telón mientras comienza a sonar la música con el “Tema de la Juventud”. Aparecen Francisco y su gente bailando al son de la música. Si hay pantalla en la sala, se pueden proyectar desde un cañón imágenes de alguna discoteca o algo parecido festivo. Acabada la música, comienza el diálogo. Francisco y su gente pueden estar vestidos al uso actual: ¨chándal, zapatillas,  algunos tatuajes en los brazos desnudos, “piercings”  en la boca o nariz, et.)

 

CANCION 1:” VIVA LA JUVENTUD

 

 CORO:      Viva la juventud que nos llena de ilusión el corazón

                    Que nos hace alegres amar y nos laza a compartir nuestra amistad.

                    Es la edad más bella que al hombre se le da

                    El momento de gloria y de más felicidad.

                    No hay fronteras que derrumben nuestro ardor.

                    No hay barreras que limiten nuestro amor.

 SOLISTA: Qué alegría da, qué satisfacción

                    El sentirse en la vida lleno de ilusión.

                    Todo el mundo goza y sonríe de amor

                    Y te invita a entregarte a la dicha y la amistad.

CORO:       Ahora es el tiempo de cantar.

                    Tiempo de amar y de soñar.

                    Vive al día sin pensar en nada más.

                    Aprovecha y disfruta el amor que se te da

 

                   Si el corazón te pide amar,

                   Puedes el mundo conquistar;

                   Sólo piensas en  triunfar,

                   Eres dueño y señor de la ciudad.

 

FRANCISCO: ¡Uff! ¡Cómo “mola”  tío, pero me  he quedado “chafao” con la música . Oye Bernardo, ¡cómo movías el esqueleto!!Quién diría que estás en “paro”! (Se sientan alrededor de la mesa que ha traído de bastidores)

BERNARDO: Sí, en paro, pero no “parao”, mira éste. No es que esto sea “break dance”, pero me gusta moverme. ¡Como “flipa”! ¡Lástima que no tenga ni un céntimo en la cartera!  .En cambio tú, puedes divertirte a gusto. Como tu padre tiene “pasta”.

SILVESTRE: Mejor diría yo que tiene “tela”, y de la buena. Con el negocio ése de la fábrica textil, está “forrao” y gracias a él podemos divertirnos todos (ríen todos).

FRANCISCO: El caso es disfrutar, aunque sea a costa de mi padre (mirando a Silvestre) Por cierto, Silvestre que tienes la cara más chupada que la pipa de un indio. Se ve que le has dado al porro otra vez. ¡Lo tienes claro entre el porro y el botellón!

SILVESTRE: ¿Y qué quieres, tío? Ya que no puedo salir los fines de semana para olvidarme de esta mierda de barrio, al menos me dedico a soñar y me imagino en las islas afortunadas con dos buenas “titis” abanicándome el cogote ( hace gestos contorneándose)(ríen todos).

CLARA: ¡Anda, Silvestre, que chicas no te faltan!. Aunque no te soplan precisamente el cogote (haciendo un guiño cómplice a sus compañeras).

SILVESTRE: ¡Bah!, tonterías. La verdad es que estoy harto de esta ciudad y me gustaría largarme, Aquí no hay trabajo y solo pueden vivir bien los cuatro de siempre.

FRANCISCO: Bueno, tío, la verdad es que aquí no se está tan mal, sobre todo cuando tienes un par de amigos y algunos euros en el bolsillo.

ORNELLA: (Acercándose a la mesa). Sí, pero ¿de dónde sacas los euros esos? Porque mi padre no suelta prenda, majo.

FRANCISCO: De eso se preocupa mi padre.

 (Sus padres, saliendo desde un balcón)

MADRE: ¡Pero no por mucho tiempo, Francisco! Si no te preocupas de estudiar un poco más y de entrar en razón voy a persuadir a tu padre para que no fomente  más tus francachelas.

FRANCISCO: ¡Vaya! Ya empezamos!

PADRE: ¡Déjale, mujer. ¡Es joven! ¡Que viva la vida!

MADRE: Sí, hazle caso y acabará como esos amigos suyos descarados y sinvergüenzas que son la habladuría de todo el barrio.

TODOS: ¿Qué pasa, tío?

FRANCISCO: ¡No exageréis! Mis amigos no son malos como pensáis. Buscan sencillamente la libertad y desearíamos encontrarla, lo que pasa es que no nos dejáis.

BERNARDO: ¡Pues, claro! En el fondo a los mayores les da envidia que seamos tan alegres, porque ellos no pueden serlo. Se les ha marchitado la sonrisa en los labios, porque solo piensan en dinero y negocios y creen que so son cosas serias. Ponen cara de circunstancias y se ven tan importantes que serían capaces de cagar más alto que el culo.

(Todos ríen)

SILVESTRE: ¡Claro que sí! Y además se han  encerrado en sus casillas. Solos, en medio de la gente, a masticar sus problemas de cada día, más numerosos que piojos en costura. ¡Nosotros pasamos del tópico, tío!

CLARA: Nosotros preferimos el aire libre, un poco como los gitanos que se asfixian en el  mundo que les fabricáis. Y nos gusta bailar y hacer  “piques”.

ORNELLA: Y el aire libre nos da la oportunidad de hacer amigos. Mientras que a ellos la prisa les arruina la amistad.

FRANCISCO: Eso, y luego se comen el coco pensando en los cuchicheos de los vecinos.

BERNARDO: Nosotros preferimos “pasar” de todo lo que ellos dicen que es importante.

(Entra en escena un moderno bufón que tira de un carro onírico lleno de vecinos)

VECINO 1: (Se enciende el foco sobre los vecinos). Si ser pasota es ser libre, podríamos levantar un monumento a la juventud por no dar ni golpe.

FRANCISCO: ¡Porque no nos prestáis atención!

VECINA 1: ¡Porque sois unos vagos y descarados que solo piensan en pasarlo bien!

FRANCISCO: ¿Y por qué vamos a pensar en pasarlo mal? Todavía somos capaces de amar la vida. Podemos sonreír a las chicas que pasan a nuestro lado.

SILVESTRE: Podemos pararnos a charlar con el viejo de la esquina que espera de alguien los buenos días.

CLARA: Podemos tender la mano al amigo que sale al encuentro o al chaval que está acosado en su Instituto.

ORNELA: Podemos levantar la vista y mirar las estrellas.

FRANCISCO: Podemos sonreír cuando sale el sol, podemos gritar sin que nadie nos mande silencio, podemos vivir.

BERARNDO: Eso ¡dejadnos vivir!

SILVESTRE: ¡Ya habrá tiempo de ser formales como vosotros, de  acudir a la oficina del paro a buscar un trabajo o de buscar la dichosa vivienda!

MARIA: Ya habrá tiempo de aburrirnos en casa viendo las telenovelas de turno en televisión, consultando el “Messenger” todos  los días o repasando las horas y días que nos quedan para tomar las vacaciones…

FRANCISCO: ¡Pues, claro, ahora  dejadnos vivir! !Viva la juventud!

 (Se oscurece la escena, mientras suena el tema inicial de la “Juventud”. Uno de los compañeros de Francisco que hace de relator  se adelanta y recita el texto, mientras cae la luz sobre él- también puede ser un moderno bufón)

(Mientras habla el relator, se pueden proyectar en la pantalla imágenes o diapositivas de guerra en la Edad Media y de Guerra actual).

RELATOR: Así era la juventud de Francisco en Asís: pocos estudios y muchas juergas… Como la de cualquier otro joven. Sólo que Él no se sentía gusto. Era inquieto, buscaba aventura, deseaba salir de la ciudad y probar fortuna en otro sitio. Pensó poner a prueba su valentía con las armas y de paso conseguir alguna medalla y reconocimiento, como un mercenario más, en  una de las numerosas guerras del momento, entonces fue en Espoleto, ahora sería: Afganistán, Irak, Líbano… ¡Qué más da! En aquel momento se compró una bella armadura con el dinero de su padre; ahora el ejército le podría haber  prestado las armas, por el mismo precio… El caso es que se alistó de soldado…Pero le salió el tiro por la culata… Cayó prisionero y en medio de su soledad y de su aventura le dio un vuelco el corazón. Se vio inútil y sin sentido. Y comenzó a ver las cosas de otro modo…Y al final, se acabó preguntando: ¿qué era mejor: servir a Dios o servir al jefe de turno?..

 (Se hace claroscuro  sobre Francisco, mientras desaparece el relator)

 MONÓLOGO 1 DE FRANCISCO (Se supone que está en una cárcel lóbrega):

 (Se puede interpretar suavemente la música del tema de “San Francisco”, sin coros, de fondo al monólogo y proyectar algunas diapositivas o video sobre una cárcel.

 

     “¡Ay, esta pasión inútil por siempre el primero…

     Esta náusea constante de vivir hacia fuera…

     Este absurdo de vida donde apenas importas y no sabes si vives o te viven los otros,

     Porque desde pequeño te colocan encima estudios, religiones, valores, compromisos…

     Y acabas no sabiendo quién eres, qué deseas, y si de veras hay alguien que no te

     Esté mintiendo.

 

     ¡Sería muy hermoso tener la valentía

     De andar desnudo y libre y alegre como el viento…!

 

     Mi padre, por ejemplo, quiere que le suceda y mejore su tienda y su negocio…

     Luego, mis compañeros…Para ellos soy el tío más cachondo del mundo

     Y además con dinero…

     Que es siempre el primero cuando hay que dar la cara o se forma algún lío…

 

                  ¿Qué más puede pedirse? ¿De qué puedo quejarme

                  Si he tenido todo desde que fui pequeño?

                  Y, sin embargo, yo me noto en el fondo aburrido, hastiado, sin ilusiones…

                  Y no estoy satisfecho cuando miro hacia atrás.

 

                  Tengo 23 años. Ya no me queda tiempo para gastarlo en ilusiones tontas…

                  O andar siguiendo el paso a lo que está de moda.

 

                  ¡Si la alegría existe quiero tenerla toda!

                  ¡Si es posible estar vivo, quiero estar vivo siempre!

                   Abriré mis brazos igual que un árbol,

                  Mientras hundo mis pies descalzos entre las piedras

                  Y dejaré a mi cuerpo vibrar, como una cuerda

                  Al ser balanceado por la canción del mundo”.

 (Se apaga la luz suavemente y se cierra el telón)

 

                                                                      FIN DE LA PRIMERA ESCENA

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ESCENA II (Francisco, Padres, vecinos, mendigos, maniquíes…)

RELATOR: Francisco  volvió a casa con la idea de un cambio de vida en la cabeza Volver  a Asís en estas circunstancias significaba plantarle cara a la mitad del Universo:

-          a su padre, Pedro Bernardote, que era capaz de estrangularlo si no seguía sus planes

-          a la gente del barrio ( ya se sabe cómo es la gente

-          A los amigos (¿qué iban a decirle los amigos?).

-          Y a sí mismo. A todo lo que había pensado y creído durante 23 años. A todo por lo que había vivido y luchado hasta entonces….Y si por lo menos, él estuviera seguro de qué es lo que quería…

 (Se ilumina la escena en la que aparece Francisco, su padre, los vecinos, amigos, algunos maniquíes de escayola. El padre habla a un maniquí vestido como Francisco– aludiendo al personaje que ya no es el mismo- . Francisco, con ropas distintas del primer acto y  distanciado, ve la escena y responde a los diálogos).

BERNARDONE: ¡Bueno, señorito, pues usted dirá lo que quiere ahora!. Naturalmente que es muy fácil decir: ahí se queda la carrera y los estudios, el trabajo, los compromisos adquiridos… !Hala! ¡Críe usted hijos para eso! ¿Y los demás? ¿Tú crees que no haríamos lo mismo, si pudiéramos? ¡Pero existe una cosa que se llama responsabilidad! ¿Me oyes, jovencito? ¡Responsabilidad!.

FRANCISCO: ¡Óyeme tú también! ¡Todo lo que tú tienes, todo por lo que te estás matando y todo lo que esperas que yo sea, es una mierda…!

BERNARDONE: ¡Cállate, hasta ahí podíamos llegar!! Te voy a dar una paliza que te voy a matar! Si está loco que te encierren!

 (Sale enfurecido mientras la gente comenta mirando al maniquí. Francisco observa la escena distanciado).

VECINO 1: Desde que marchó a la guerra este chico no  ha vuelto a levantar cabeza.

VECINA 2: Lo que pasa es que ha sido toda su vida un niño mimado y ahora quiere la luna.

VECINO 2: (con un cierto pose filosófico):Como decían los antiguos: la juventud es de suyo voluble e inconstante.

VECINA 2: Lo que pasa es que es un cobarde. Por eso se volvió  de la guerra y ahora tiene miedo de afrontar el futuro.

VECINO 3: (lamentándose) ¡Está loco! ¡Esto ya no hay quien lo cambie!

 (Se marchan todos, llevándose el maniquí.  La madre de Francisco se acerca a él que ha estado recostado en una fuente. Francisco, que ya no está distanciado, habla directamente con la madre, cara a cara).

MADRE: Hijo ¿Qué es lo que quieres?

FRANCISCO: Eso es lo grave: que no lo sé. Sé muy bien lo que no quiero ser. Pero no sé qué es lo que quiero.

MADRE: Bueno, y ¿Por qué no te intentas ayudar un poco  a los demás en una ONG?

FRANCISCO: Sería lo mismo. Las preguntas para las que estoy buscando respuesta no cambiarían porque estuviera en una ONG.

MADRE: ¿Por qué no lo comentas con un psicólogo? ¡Y, si no, al final, hijo, ponte en las manos de Dios!

FRANCISCO: ¡Eso es fácil decirlo., madre!  El Dios en quien yo creo no deja de soltarme de la mano cada día, para que yo aprenda a caminar solo.

MADRE: Bueno, hijo. En cualquier caso ya sabes que cuentas conmigo   para lo que necesites… Voy a casa a ver si se ha calmado un poco tu padre.

(Sale de escena. Francisco está sentado solo  en silencio. Entran sus amigos que comienzan a hablarle).

BERNARDO: ¡Joder, macho!, ¿en dónde te habías metido?... (Le mira de soslayo) ¡Pero vaya ánimo que tienes! Tú lo que necesitas es meterle juerga al cuerpo.

SILVESTRE: ¡Ven esta noche a la discoteca! ¡Hemos quedado con unas chicas de miedo!...

FRANCISCO: ¡Dejadme tranquilo! ¡No estoy para fiestas ni ruidos!

CLARA: ¡Oye, oye! ¿No habrás ligado con alguien y te habrás enamorado?

FRANCISCO: Sí, señor, me estoy enamorando. Y aún más, ¡me parece que voy a acabar casándome!

(Todos silban y hacen exclamaciones)

MARIA: ¡Vaya, vaya! ¡Qué calladito lo tenías! ¡No sabíamos nada!

ORNELLA: ¿Y se puede saber quién es ella?

FRANCISCO: No lo entenderíais. Por ahora sólo  os puedo decir  que no me voy a contentar con cualquiera… Será la más bella con la que nadie se haya casado jamás.

TODOS: ¡Caramba, cómo está el “patio”. ¡Esto  sí que mola!

BERNARDO: ¡Anda , Francisco, ven con nosotros

 (Salen todos. Cambio de escena. Barrio marginal. Van saliendo algunos mendigos, pobres, enfermos y gente mal vestida. Francisco sale por un extremo. Un mendigo se acerca a él)

 MENDIGO 1: Dame algo para comer, Señor! (Francisco le da un dinero). Té me das lo que te sobra, porque no eres de por aquí. ¿Qué has venido a buscar entre nosotros?

 (Le alarga la mano ahora un hombre con muletas, mugriento y sucio, acostumbrado a dormir todo el día en la calle entre cartones)

MENDIGO 2: ¡Compasión para este mendigo! (Francisco le da algo de dinero, con asco) Gracias, joven, ¿te doy asco, verdad? ¡Te repugnan mis heridas y mis muletas grasientas!. Pareces de buena familia. ¿Qué quieres de nosotros? ¡Márchate!

 (Aparece un gitanillo)

MENDIGO 3: ¡Señorito!! Mira las zapatillas rotas que tengo! Te las cambio por tus zapatos. ¡Anda, hombre, ¡se bueno! Y te echo la buena ventura. (Se cambian el calzado)

MENDIGO 4: ¡Ay señorito! ¡Que tengas salud!, mira que yo estoy más necesitado que ése, mira mi jersey, anda cámbiamelo! (Se cambian los yerseis).

MENDIGO 5: Mire, señor. Esos son unos ladrones. Nos le haga caso. Yo no le pido ropa, pero venga a ver mis churumbeles; están delgadillos como un palo seco; no tengo qué darles ¡Mal rayo me parta! Dame “pa” calzarlos o “pa” comprarlos alguna cosilla, hombre!

 (Francisco se desprende de las últimas cosas que le quedan. Por último se le acerca una gitana vieja, macilenta, apoyada en un bastón, con la cara medio leprosa, cubierta de llagas, sin curar).

VIEJA: ¡Alabado sea Dios, señor!. Yo no le pido nada. Le agradezco que haya venido entre nosotros!

FRANCISCO: Para ti, abuela, ya no me queda nada… ni ropa ni dinero…pero (Vacila, retrocede…Toma las manos de la vieja la mira fijamente y despacio, la besa en el rostro y en la frente y luego la abraza. Mientras va sonando la música del tema “El leproso.”)

TODOS: ¡Quédate con nosotros, hombre, que es de noche, y tomate una copilla de vino

 para calentarte!.

 

CANCION  2: “EL LEPROSO”

SOLISTA: “En soledad, en sus chabolas, frías, sin luz

                    Sufren miedo, maldición, pobres de Dios

 

CORO:       Llegar a ti para estrechar nuestros brazos

                    Compartir tu pobreza, tu hambre y tu amor

 

SOLISTA:  Sin un hogar, bajos los puentes de la ciudad

                    Busca un mendigo calor, como un favor

 

CORO:       Si me admitís por compañero y amigo

                    Para vivir  como hermano basta un rincón

 

SOLISTA:  ¿Quién grita en mí y ha trasformado mi corazón?

                     Quiero mis labios palpar llaga y dolor

 

CORO:        Si me admitís por compañero y amigo

                     Para vivir  como hermano basta un rincón

 

(Se oscurece la luz y se baja el telón)

 

FIN DE ESCENA SEGUNDA

 

 

ESCENA III (Francisco. Moderno bufón. Voz de Dios

MODERNO BUFON: Cerca de la ciudad había una pequeña iglesia en ruinas. Los pájaros hacía allí sus nidos y las lagartijas tomaban el sol a gusto. Era la ermita abandonada de San Damián. Francisco había cogido la costumbre de ir allí a sentarse algunas tardes, para tratar de comprender con calma qué era lo que le estaba pasando)

 (Aparece Francisco que llega despacio con un palo y con unos vestidos desgarbados. Se sienta a descansar en una piedra. Se puede proyectar el famoso crucifijo de San Damián en una diapositiva sobre el fondo del escenario).(Mientras habla también se pueden proyectar otras diapositivas y hacer sonar el tema de “El Leproso” como música suave de fondo)…

 

MONOLOGO 2 DE  FRANCISCO:

 

   “Aquí estoy con los labios todavía frescos de un beso amargo y con ese olor nauseabundo  metido en mi carne…

¡Estoy hecho un lío!

¡Con lo fácil que sería ser como todo el mundo, seguir el camino normal, tener más de un par de zapatos y de cuando en cuando tener algo que celebrar con los amigos y familiares…!

¿Dios mío, me oyes?¿ Estás ahí? ¿Existes?

En ti creemos los hombres cuando nos sentimos vivos

Y a Ti te estamos viendo cuando observamos el latido de la vida alrededor…

Tú hiciste al perro que me mira con los ojos ansiosos preguntándome si le voy a sacar a la calle. Tú inventaste la lluvia que mansamente cae sobre las tejas rotas.

Tuya fue la idea de hacer crecer las flores, allí donde nadie llegará nunca a verlas, por el gusto de que la belleza fuera gratuita.

De Ti tenemos semejanza, cuando la madre sale corriendo para evitar que su hijo cruce solo la carretera.

De Ti, cuando el hombre después de un día agotador de trabajo encuentra a los amigos en el bar…

De Ti, cuando en la calle la puta te agradece que le des fuego, sin repugnancia y sin ánimo paternalista…

¿Qué importa que unos te llamen Dios y a otros se les llenen simplemente los ojos de lágrimas?

¡Aunque Tú no existas, todo lo bueno se parece a Ti.

Creer en Ti no significa saberse los mandamientos, sino pasar haciendo el Bien.

¡Que así sea en mí! ¡Que esta sea mi locura!

Yo engancharé mi vida a la tuya, como la manguera a la fuente,

Y plantaré en mis entrañas

La semilla de la inmortalidad.

 

                    Haz de mí, Señor, un creador de cosas vivas

                    Haz de mí, Señor, un instrumento de tu paz.

                    Que donde haya odio, ponga yo el amor;

                    Donde haya ofensa ponga perdón;

                    Donde haya discordia, ponga unión;

                    Donde haya error ponga perdón;

                    Donde haya duda, ponga confianza;

                    Donde haya desesperación, ponga esperanza;

                    Donde haya tinieblas, ponga luz;

                    Y donde haya tristeza ponga alegría.

                    Haz, en fin, Señor, que no me empeñe tanto

                    En ser consolado, como en consolar;

                    En ser comprendido, como en comprender

                    En ser amado, como en amar.

                    Porque dando es como se recibe, olvidando es como se encuentra

                    Perdonando, es como se encuentra perdón

                    Y muriendo se resucita a la vida que no tiene fin”.

 (Francisco se queda cabizbajo, mientras suena la música del Tema 3: “Voz de Dios”)

 

              CANCION 3: “VOZ DE DIOS”

 

              “Calma, Francisco, soy yo, tu Dios

              Vengo a ofrecerte mi amistad

              Calma, Francisco, oye mi voz

              Deja abrasarte por mi luz.

              No es el placer ni el dinero que calmen las ansias ni llene el vacío de tu corazón

              Busca la estrella que alumbre la dicha y amores, la sed de alegría que bulle en ti.

              Deja, Francisco, fama y honor, tus armas y tu disfraz de valiente

              Para ser noble y estrella

              Lanza y arriesga tu juventud, encauza tu manantial de renuncia

              Para sentir libertad.

 

FRANCISCO y CORO:

                           ¿Qué es lo que escucho en sueños que agota mi alma y trasforma

                           Toda mi ilusión.

                           Es como un agua tranquila

                           Que alivia y refresca mi sed de Dios

                           Siento una nueva alegría

                           Creo que estoy loco y que busco impaciente el amor

                           Dios es quine me ha visitado y me ha hecho juglar de la Paz y el Bien”

 

(Se oscurece la luz. Cae el telón)

 

FIN DE LA ESCENA TERCERA

 

 

 

 ESCENA IV: (Francisco, Padres, Obispo, amigos)

 (La escena se desarrolla en la plaza del pueblo. Francisco llega acompañado de algunos menesterosos con los que estuvo en la escena segunda. Los padres de Francisco también en la escena. Más tarde llega el obispo, vestido con sus mejores galas).

 PADRE: ¿Qué es lo que estás haciendo, imbécil?

 MADRE: Francisco, Hijo ¿dónde te habías metido?

 PADRE: ¡Vamos inmediatamente a casa y allí hablaremos!

 FRANCISCO: Lo siento, padre, pero ya tu casa se me queda pequeña.

 PADRE: ¡Soy tu padre y me debes obediencia!

 FRANCISCO: Más obediencia le debo a Dios que me ha hecho libre y tú me quieres encerrar.

 PADRE: No metas a Dios en esto. ¡Lo que Dios manda es que se respete la autoridad y el orden establecido!

 FRANCISCO: ¿Establecido por quién?

 PADE: Soy tu padre. ¿O no?

 FRANCISCO: A partir de ahora quiero decir solamente: Padre nuestro que estás en los cielos, y no: Padre “Pedro Bernardote”.

 PADRE: ¡Tú estás chiflado! Ya te meteré en vereda. Hablas mucho de Dios. Te voy a llevar ante  mi amigo el obispo para que te haga entrar en razón. Él sabe de Dios y de todas estas cosas más que tú.

 MADRE: ¡Déjale, Pedro! ¡No armes más alboroto!  Él no hace daño a nadie. Es nuestro hijo. Nuestra única ilusión.

 PADRE: ¡Sueños e ilusiones de madre!. Yo perdí ya todas sobre él ¿Es que no podía ser un chico normal como todos? ¿Qué le ha faltado en casa para que ahora quiera renunciar a todo y se largue  con esos pordioseros? Todo el mundo se está riendo de nosotros….Id a buscar al obispo Guido. Decidle que yo le llamo. Vendrá enseguida.

                                                              (Salen algunos a buscar al obispo)

FRANCISCO: Mi querido padre ¿pretendes darme “palo y zanahoria? ¿Pata que metes a la Iglesia  en esto. Ella solo puede aceptar mi camino y ayudarme a lo que deseo. Tu amigo el obispo no va a hacerme cambiar de opinión.

 (Viene el obispo, acompañado con algunos curiosos y gente de iglesia)

 PADRE: Perdona, señor obispo Guido. Te he llamado porque no puedo más con mi hijo. Ya habrás oído sus intenciones. Mira a ver lo que puedes hacer con él. Seguro que a ti te hará más caso. Castígale o hazle recapacitar, que ya es mayor de edad.

 (El obispo habla con lengua ampulosa en un mal latín de la época, para resaltar el aspecto hierático y ritual del  encuentro, resaltando la distancia que les separa,  traducido por un servidor)

 OBISPO: “Audi me, Franciscus; ¿non credes quod est exageratum hoc compartamentum tuum? Deberetus esse plus comdedidus”

 TRADUCTOR: ¡Oye, Francisco! ¿ No crees que exageras?. Debieras ser un poco más comedido.

 FRANCISCO: Es el comedimiento lo que me está carcomiendo. !Dios es pura exageración!.

 OBISPO: « ¡Filli mei!! Sed tu potest esse máximus cristianus intra obedientia et ordinis ! Deus mandat nobis patrem et matrem respetare et considerationem habere cum tutti nostri fratelli. Credo carisimo quod desideras via radicalasima. Tu potest dare magna gloria Deo, adiuvando patri tuo et ómnibus edificare civitatem plusquam perfectam”

 TRADUCTOR: Hijo mío: pero tú puedes ser un buen cristiano dentro de la obediencia y del orden. Dios manda respetar padre y madre y tener consideración con todos con todos los lo que nos rodean. Creo que buscas un camino muy radical. Puedes dar mucha gloria a Dios colaborando con tu padre y con todos a construir una ciudad más humana y justa.

 FRANCISCO: Eso es precisamente lo que quiere mi padre y lo que yo menos deseo: poder, dinero, fama, honores. Yo no deseo ayudar a nadie, solamente vivir con lo más pobres.

 PADRFE: Pero soy tu padre. Todo lo que tienes me lo debes a mí.

 FRANCISCO: (Dirigiéndose a su padre) Todo no. Pero te devolveré todo lo que es tuyo. Y en adelante no quiero deber nada a nadie, ni tener amos ni compromisos, que me estorben crecer en libertad. No me importa ir desnudo por la vida.

 

MONOLOGO 3 DE FRANCISCO:

 

            Quien va desnudo sabe que son muy pocas las cosas

            que se necesitan para vivir contento:

            Agua de manantiales, fruta como alimento

            Y los domingos música y un puñado de rosas.

 

            Quien acepta vestirse, vive en cambio, atrapado

            Cuántas más cosas tiene, tanto más necesita.

            Para guardar los trajes un candado precisa

            Y luego necesita  guardar el candado…

 

            No es esta la manera con que las maravillas

            Se forman en el seno de la naturaleza;

            El árbol más frondoso, su brío y su belleza

            Los saca desde dentro de una humilde semilla.

 

           Y el aire, las montañas, las bestias, las estrellas

           Cantan – todos desnudos – su himno de acción de gracias

           Al Dios tres veces simple, que hizo casta el agua,

           Las ardillas tan ágiles y la hierba tan bella…

 

PADRE: ¡Piénsalo un poco! ¿Es que vas a andar desnudo como los locos y los pordioseros?

FRANCISCO: Solo es libre de veras quien  se desnuda (Comienza a sonar la música de la introducción de la Canción  4: “Autoridad”. Mientras, Francisco va diciendo)

No, no quiero trapos viejos para tapar mi vino nuevo de la verdadera fiesta y alegría. No quiero que mi vida sea esperar a mañana, para saber que mañana va a ser igual que ayer. No, no gastaré mis días en hacerme esclavo de las cosas.

 

CANCION 4: “AUTORIDAD”

 

CORO:        No, no , no , no quiero esclavitud ni riquezas ni poder

                     Soy feliz, “Padre nuestro de los cielos”, sin ropajes a ti solo amaré

                     No, no, no , no quiero esclavitud ni riquezas ni poder

                     Soy feliz, “Padre nuestro de los cielos”, sin ropajes a ti solo amaré

 

SOLISTA1: Quiero vivir y gozar de libertad, quiero tenerte por ´único señor

                     Dueño de espacios en soledad y luz voy a tu encuentro con ansias de volar

                     En tus campiñas y bosques gritaré: “El Amor no es amado”

                     Buscad la dicha en Dios, que es más gozoso servirle que tener

                     Que es más gozoso sembrar que recoger.

 

                2: No puedo ser posesión de tu ambición, ni de tu orgullo insaciable de poder;

                    Es mejor padre el que alienta para dar, que el que regala dinero y poder.

                    Basta el amor en la mesa del hogar, es manjar de la vida

                    Estar cercano y ser para los hijos su gozo y libertad,

                    Para los hijos su amigo siempre fiel.

 

CORO:        No, no, no, no quiero esclavitud ni riquezas ni poder

                    Soy feliz, “Padre nuestro de los cielos”, sin ropajes a ti solo amaré

                    No, no, no, no quiero esclavitud ni riquezas ni poder

                    Soy feliz, “Padre nuestro de los cielos”, sin ropajes a ti solo amaré

 (Al final de la canción, Francisco se queda medio desnudo. El obispo le tapa con su manto, mientras cae el telón)

 

FIN DE LA ESCENA CUARTA

 

 

 

 ESCENA V (Francisco y sus amigos en la plaza de la ciudad. Luego, padres, vecinos, obispo)

SILVESTRE: ¿En qué piensa, Bernardo?

BERNARDO: Pues en que me voy  a vivir con Francisco.

SILVESTRE: ¿Pero vas a poder aguantar la vida que él lleva? Unas veces está solo por ahí, malviviendo con lo poco que consigue de algún trabajo, otras veces está con sus amigos del arrabal, pasando frío y penalidades, pues dejó sus mejores ropas en casa de sus padres.

BERNARDO: Sí, pero está feliz. Y, si él aguanta, ¿por qué no voy a aguantar yo?

SILVESTRE. Bueno, tú verás. Yo me voy al cine con estos

(Desaparece Silvestre y entra  Francisco a escena por el lado contrario, puede aparecer con una camiseta vieja que lleve una F grande en el pecho – como distintivo más tarde de los que le siguen - y unos pantalones sencillos que indiquen un cambio de vestimenta).

BERNARDO: ¡Hola Francisco!

FRANCISCO: ¡Bernardo! ¿Qué tal?

BERNARDO: ¿Cómo te va, Francisco? Ya veo que te han concedido la “ F” de famoso.

FRANCISCO: Esta es la “F” de feliz, Bernardo. Francisco es ahora Feliz, porque ha encontrado lo que buscaba.

BERNARDO: ¿Cómo te va?

FRANCISCO: ¡Estupendamente!. Al principio me daba asco la comida, pero me voy acostumbrando. Y el frío también lo llevo mejor. La mayor parte del día estoy por ahí hablando con la gente de la calle. ¡Cuánto se aprende, sobre todo de los más sencillos y humildes, que antes pasaban a mi lado, desapercibidos! Otras veces me voy a San Damián a terminar de reparar la iglesia y paso muchas horas meditando.

BERNARDO: Francisco, ¡quiero quedarme contigo!

FRANCISCO: ¿Todo el día?

BERNARDO: ¡Toda la vida!

FRANCISCO: ¡Fantástico! ¡He echado tanto de menos a los amigos!...

EXPRESION CORPORAL (Entra un grupo de gente joven – pueden ser los amigos restantes de Francisco: Silvestre, Clara, Ornela, María, etc.)- cargados de mil cosas que les cuelgan (mochilas, ropas, ordenadores, sartenes, CD, TV, etc.) Francisco y Bernardo les van despojando de dichos objetos. Ellos se sienten bien y al final quedan contentos, despojados de todas las cosas inútiles. Se van todos)

(Entra un carro con los padres de Francisco, vecinos,  obispo, etc. Los vecinos se dirigen al obispo).

VECINON 1: No sé a dónde vamos a llegar. Ahora resulta  que todos los jóvenes se quieren irse  a vivir con el cretino ese.

VECINO 2: Hay que cortar por lo sano, de lo contrario lo mejor de Asís se va a corromper con las ideas  de ese loco.

VECINO 3: ¡Si van vestidos con harapos y de un modo estrafalario!

VECINO 4: Comen porquerías y viven en los arrabales con la gente más desastrosa!

VECINO 1: Tanto vivir del cuento! Si no hubieran renunciado a los bienes que tenían y siguieran viviendo con sus padres! No te digo!

VECINO. 2: ¡Y creen hacer algún bien ayudando a los enfermos y discapacitados

VECINO 3: Tonterías, para eso están los médicos. ¡Habría que acabar con esa locura!

OBISPO: Desde luego. Desde luego. Dios no puede querer esas exageraciones. Los verdaderos santos siempre han sido gente de orden. ¡Y si al menos se organizaran en alguna asociación o congregación religiosa!...Pero así por libre…! viviendo en el campo como cabras locas!

PADRE: ¡Vaya escándalo les está dando ese imbécil! ¡Todos se están burlando de nosotros ¡ ¡Que un hombre de mundo como yo tenga que exponerse a estas sandeces! ¡Qué dirán mis amigos!

MADRE: Déjale, Pedro. Él es feliz así…

PADRE: ¡No digas tonterías. ¿Es que se puede ser feliz viviendo con esa chusma y durmiendo a la intemperie? ¡Ese chico se ha trastornado, mujer!

 (Se va el carro con toda la gente. Entra Francisco y su gente a escena, todos vestidos con camisetas parecidas a la de Francisco, con una “F”)

CLARA: ¿Y qué vas a hacer ahora, Francisco?

FRANCISCO: Vamos a echar las suertes de Dios, Clara. A ver, Silvestre, coge la Biblia ábrela a la buena de Dios.

SILVESTRE: (Abre la Biblia). Ya está…

FRANCISCO: ¡Lee!

SILVESTRE: “Y  entonces el Señor le dijo: “Vete a vender lo que tienes, dáselo a los pobres y vente conmigo”.

FRANCISCO: Eso es exactamente lo que yo buscaba. Haced vosotros lo mismo. Amigos, ¿no hay razón  para darle gracias a Dios que nos enseña lo que debemos hacer?. Él me  ha confirmado en mi camino. Y me ha dado compañeros para seguirlo. ¡Repartid vuestros dineros y vuestras posesiones y seguidme. ¡Vamos, es hora de cantar! ¡Comienza una nueva vid.

 

                            CANCION 5: “SAN FRANCISCO”

 

              San Francisco, San Francisco, Juglar y poeta de amor

              Has sabido abrir caminos de hermandad y libertad.

 

              San Francisco, San Francisco, dulce enamorado de Dios

              Has abierto una esperanza a nuestra humanidad.

 

   1.-      Un día fuiste  guía y alboroto de tu ciudad

             Siempre joven, siempre alegre, sin pararte mucho a pensar

             Que es mejor servir al Señor, que a un pobre esclavo

             Que es mejor seguir al Señor por amor.

 

             San Francisco….

 

   2.-      Te hiciste hermano humilde de los pobres de tu ciudad

             Del leproso del camino y del lobo del lugar

             Repartiste al mundo amistad, consuelo al hombre,

             Repartiste al niño un cantar, de amor, de amor.

  

             San Francisco

   3.-      Se unieron compañero para realizar tu misión

             Fueron por el mundo alegres anunciando paz y bien

             Una gran familia surgió de hermanos pobres

             Una gran lección de amistad y de amor, y de amor.

 

 

FIN DEL PRIMER ACTO

 

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ACTO II

 

ESCENA I :( Francisco y la banda de “El Lobo” en un barrio marginado de la ciudad)

 (Mientras va entrando la gente, se puede oír de nuevo la obertura musical)

 (Se abre el telón. En el escenario, que aparece oscuro, están ya lo actores preparados en pequeños grupos. El relator se adelanta de uno de los grupos. Se hace la luz sobre él y comienza el relato)

RELATOR: “Pero no todos se habían acercado a Francisco mansamente. Había una pandilla que asolaba el barrio con robos, violencias y escándalos de toda clase, a la que se habían sumado todos aquellos que la ciudad, por una causa o por otra, marginaba: prostitutas, drogadictos, varios emigrantes sin papeles, algunos enfermos de sida, alcohólicos, desertores, desarraigados… Varios habían tenido sus más y sus menos con la policía local y estaban fichados…Algunos habían estado en la cárcel más de una vez. Todo el barrio estaba atemorizado. Se les llamaba la banda de “El Lobo”. Francisco quiso entrar en contacto con ellos. Y un día decidió bajar al arrabal a su encuentro, al encuentro del “hermano lobo”.

 (Se ilumina la escena. El relator se reintegra a uno de los grupos. Francisco aparece en escena y se acerca lentamente)

 MARGINADO 1: ¡Oye macho! Tú no eres de este barrio. No te conozco ¿Qué haces por aquí?

 MARGINADO 2: ¿Te mandan a espiarnos? No tienes pinta de ser de los nuestros. Con esa cara de “lila”…

 MARGINADO JOVEN: A lo mejor le han enviado de la Universidad a hacer un estudio sociológico de nuestra costumbre y habilidades.

 (Todos ríen)

 MARGINADO 3: O le han mandado a montar un “coffee shop” de marihuana con nosotros.

 (Todos ríen)

 MARGINADA 2: ¡Dejadle hombre!. A lo mejor quiere pasar un buen rato con nosotros ¿Eh? ¿No quieres probar nuestro elixir de amor para las noches de insomnio?

 MARGINADA 3: Pues no está nada mal el chico ¿Oye monada por qué no vienes con nosotras?

 FRANCISCO: Me llamo Francisco. Quería conoceros simplemente. Me han hablado de vosotros. Por cierto que no tenéis muy buena fama  que digamos…

 MARGINADA 1: ¿Ah, no? ¡No me digas! ¿Y qué es lo que cuentan de nosotros?, ¿eh, tronco?

 FRANCISCO: Ya lo sabéis. Os tienen miedo. Nadie quiere acercarse por aquí, y cuando vais por la plaza, se apartan de vosotros, asqueados.

 MARGINADA 4: Tampoco a nosotros nos tratan ellos  nada bien. ¡No te digo! Enseguida nos echan encima a la policía.

 FRANCISCO: Tal vez  tengáis razón. Nadie puede lavar  sus manos echando la culpa a los demás. Oye, ¿quién de vosotros es el jefe, quiero decir “El Lobo”?.

 LOBO: Yo soy, te he estado observando ¿Qué es lo que quieres?

 FRANCISCO: Me llamo Francisco y quería hablar contigo, con vosotros.

 LOBO: Ya te conozco. Tú eres ese tío que dicen muchos que está “zumbao” y que está formando una panda de “gilipollas”. Mira hombrecito, me caes bien, has tenido suerte. ¿Eh, “tronco”, qué os parece le escuchamos o le largamos?

 MARGINADA 1: Sí vamos a escucharle.

 MARGINADA 2: A ver qué nos cuenta.

 MARGINADAA 1. Vale déjalo

 LOBO: Bien, cuéntanos

 FRANCISCO: Como os dije, la gente os tiene miedo. Saben de vuestras fechorías, robos y peleas. Yo no vengo aquí a juzgaros ni a meterme en vuestras vidas, porque  sé lo fácil que es criticar. Sólo quiero que charlemos un rato, quiero saber lo que os ha empujado a vivir de esta manera…Yo y mis amigos queremos ayudaros

 MARGINADA 1 : ¿Y a ti qué te importa, macho? ¡No te digo…!

 LOBO: ¡Calla, déjalo seguir!

 FRANCISCO: Pues sí, me importa y mucho. Yo casi me siento más cerca de vosotros que otras personas. Me gustaría ayudaros.

 LOBO: ¿Ah, sí? ¿Y cómo piensas ayudarnos…hombrecito?

 FRANCISCO: Tal vez pueda ayudaros a conseguir un trabajo que espermita cambiar de vida…Ayudaros a no tener que esconderos de la policía, a  no ser temidos por los demás, a tener  algo de dinero para comer y vestir, a  abandonar la violencia y el rencor.

 (Todos ríen y se miran con sorna).

 MARGINADA 2: ¿Un “curre” para nosotros? Pero tú estás “chalao”.

(Ríen todos)

 MARGINADA 2: ¿Y a mi qué trabajo me buscarías…de modelo (se contornea) en una pasarela?

 MARGINADA 3: ¿Y a mí de secretaria “para todo” con un tío que tenga pasta?

 LOBO: Es una “gilipollez” como un camión, hombrecito. Comprende que a nosotros nos va el “rollo” éste, el riesgo, la aventura, el no hacer nada…Bueno, digamos que el invierno es duro, que hay que comer y fumar y beber “y picarse” y montar en coche y disfrutar de todo. La gente nos desprecia y nos odia porque no hacemos nada y les cogemos las cosas, pero ¿de dónde las vamos a coger, eh, hombrecito? De donde las hay. ¿No te parece, “tronco”, eh?

 (Todos ríen)

 MARGINADA 1: Tengo entendido que tus padres son ricos ¿no? ¿Qué vienes tú entonces a hacer aquí? ¿Qué pretendes?

 MARGINADO JOVEN: Querrá dárselas de “equicéntrico”

 FRANCISCO: No, de verdad. Yo solo  quería…

 MARGINADA 3: Estamos acostumbrados a los desprecios y a los palos de todas clases. Mira nuestros cardenales…

 (Comienza a sonar la música del tema “El Lobo”)

 TODOS: Nos desprecian, nos calumnian, nos marginan

 (Van haciendo mimo,  imitando entre todos la forma de un lobo amenazante que quiere atacar a Francisco).Se pueden proyectar imágenes en la pantalla.

 

                             CANCION 6:”EL LOBO”

                             ¡ALEJATE! ¡APARTATE!(bis)

              SOLO    ¿Qué has venido aquí a buscar, que pretendes demostrar?

                             Déjame vivir en paz, Francisco, ¡apártate, aléjate!

                             Yo he nacido para odiar, he aprendido a despreciar,

                             Yo no puedo ya cambiar, Francisco, ¡apártate, aléjate!

                              ¡Apártate, lejos de mí!

 

              CORO   Déjame vivir en paz, déjame en mi soledad

                             ¡Apártate, aléjate!

                             Me apedrean, me calumnian, me marginan, me hacen burla

                             ¡Apártate, aléjate!

 

             SOLO   ¿Qué has venido aquí a buscar, que pretendes demostrar?

                           Déjame vivir en paz, Francisco, apártate, aléjate!

                           Yo he nacido para odiar, he aprendido a despreciar,

                           Yo no puedo ya cambiar, Francisco, apártate, aléjate!

                           ¡Apártate, lejos de mí!

 FRANCISCO: ¿Puedo llamaros amigos, hermanos?

 MARGINADA 1: ¿Por qué no? Aquí somos todos hermanos (Ríen sarcásticamente)

 MARGINADA 4: ¿Por qué os reís de él? Parece buena persona. ¡Dejadle en paz!

 FRANCISCO: Os ayudaré en lo que pueda, Lobo, si tú me prometes dejar en paz a la gente del barrio. Sé lo que os pasa. No os sentís a gusto con el sistema, porque no encontráis trabajo ni vivienda fácilmente. Tal vez  sufrís en vuestra carne el hambre de libertad y de justicia que atenaza a todo hombre. Os sentís acorralados porque os han marcado con el sello de la violencia y de la soledad. Vosotros sois la simiente del diablo. Pero también estáis llamados a la paz. Yo os doy mi paz y mi amistad, y la de mis amigos.

 MARGINADO JOVEN: ¡Déjate de sermones!

 MARGINADA 4: (Al marginado joven) ¡Cállate estúpido! Me gustan sus palabras

 MARGINADA 2: Sí, este tipo, no parece como los otros.

 MARGINADA 1: Yo no lo entiendo muy bien, pero me parece que tiene su parte de razón en lo que dice.

 LOBO: Puede ser. Por hablar que no quede, pero no creo que las cosas puedan cambiar. Ya ha venido gente como tú  de algunas ONG para hablarnos de la reinserción social y “chorreces” por el estilo.

 FRANCISCO: Amigos, no es fácil acomodarse a las reglas, pero no se puede vivir al margen de la ley, huyendo siempre de vosotros mismos y de los demás. Así es imposible la convivencia. Solo se puede vivir en libertad aceptando la libertad de los demás. Yo os ofrezco mi amistad y la colaboración de mis amigos para ayudaros a salir de esa situación y encontraros algo interesante para todos.

 MARGINADO JOVEN: Eso suena a puro idealismo y panfleto político ¿no os parece “troncos”?

 MARGINADA 4: Bueno, sí, pero se podría intentar un cambio, para buscar algo mejor.

 LOBO: Está bien hombrecito. Mira  a ver qué puedes hacer por nosotros y entonces hablaremos con más calma. Entretanto podemos relajarnos un poco y dejar en paz a la gente por un tiempo.

 FRANCISCO: Gracias, Lobo. ¡Adiós amigos!

 

FIN DE LA PRIMERA ESCENA

 

ESCENA II . (Francisco, Bernardo, Silvestre, Gino, Clara, Ornela)

RELATOR: Este fue un acontecimiento sonado en la vida de Francisco, que tuvo una repercusión social más grande de lo esperado. La banda de “El Lobo” dejó por un tiempo en paz a la gente del barrio, que vivió más tranquila y relajada. Algunos vecinos  facilitaron algunos trabajos a la pandilla en tiendas y negocios, por mediación de Francisco, y la fama de éste se extendió más allá del barrio y de la ciudad.

 (En escena, Francisco y sus amigos. Ambiente íntimo en un interior de la casa. Todos duermen, excepto Bernardo y Francisco)

FRANCISCO: Estoy cansado, Bernardo, pero satisfecho. (Intenta dormir). Como verás toda esa gente es estupenda. El ambiente en que viven les vuelve hoscos y despreciables

BERNARDO:!Si,  es verdad, pero...

FRANCISCO: ¿Pero qué?

BERNARDO: Déjalo.

FRANCISCO: (pausa). Oye, a ti  te pasa algo.

BERNARDO: No, no qué va...

FANCISCO: No estás normal. Te veo pensativo.

BERNARDO: Pero si no es nada. ..Estoy impresionado.

FRANCISCO: ¿Por qué?

BERNARDO: Por todo lo que está pasando. ¿No te das cuenta?. Al principio me sentía seguro. Todo era nuevo para mí...Era... como un juego apasionante. Me sentía fuerte para apechar con todo lo que pudiera venir. Pero ahora, ahora....

FRANCISCO: ¿Ahora qué, Bernardo?

BERNARDO: Ahora es distinto. Siento miedo. Es como una sensación de ahogo. Esto está creciendo demasiado. Cuando veo a tanta gente atormentada poner su mirada llena de ansiedad sobre nosotros, como el náufrago en su tabla de salvación...no sé, me siento débil y me dan ganas de huir a mi mundo anterior. ¿No sientes tú algo parecido?

FRANCISCO: Mi caso es diferente. Al principio sentía  también mis dudas. Pero ahora todo me parece nuevo e interesante.. Oye ¿No estarás pensando en abandonarnos?

BERNARDO: No, Francisco. No quiero volverme atrás. Me preocupa el no tener capacidad para responder a este reto que Dios ha puesto en nuestras manos, y no puedo evitar, a veces, el sentirme deprimido.

FRANCISCO: Eso es natural. Por eso no basta con  renunciar a las cosas. Hay que coger gusto a la austeridad. No es suficiente estar en el aire, hay que aprender a volar  para descubrir toda la belleza que sólo desde allí puede verse.

BERNARDO: ¿Sabes por qué he hecho todo lo que he hecho?...Por ti. Tú has sabido conquistar tu libertad y sólo el que es libre puede liberar a los demás. Somos amigos de la infancia, por lo que me precio de conocerte bien. Eras un señorito que no carecías de nada, y de pronto, lo dejas todo, soportando las broncas y las burlas de todo el mudo. Yo al principio estaba confundido, pero pronto comprendí  que no era una excentricidad tuya, sino algo admirable, por eso estoy contigo.

FRANCISCO: Pues si te digo la verdad, en mi caso, fueron dos o tres cosas las que v i, de pronto, claras...

BERNARDO: ¿Y qué cosas fueron?

FRANCISCO: La primera, algo tan sencillo como que yo soy parte del mundo, que existo como todo lo que existe, por tanto mi actitud ante lo que me rodea no tiene por qué ser de miedo, sino de simpatía y de amistad hacia todo lo que me rodea: hacia los animales, el agua, los árboles, el sol, las estrellas...los hombres: y precisamente ahora, cuando estamos empeñados en cargarnos el mundo, porque éste es mi hogar, mi familia y mi Dios.

BERNARDO: ¿Y la segunda?

FRANCISCO: La segunda, que cada cosa es suya propia, por tanto yo no puedo adueñarme de nada en exclusiva. Solo los que no tienen nada propio pueden ser hermanos de todos…

BERNARDO: Claro, claro…

FRANCISCO: Y comprendí que en toda esta gran armonía estaba Dios. Porque Él es la total armonía que protege y da vida. De esta forma me puse a luchar contra el dolor, las divisiones, el desamor las injusticias, poniéndome siempre al lado del más débil y necesitado.

BERNARDO: Y todo esto lo estabas descubriendo mientras te tiraban piedras y se “cachondeaban” de ti…

FRANCISCO: Nos han educado así, a burlarnos de todo lo que no comprendemos, a apedrear a todo aquel que cuestiona nuestro pequeño y mezquino sistema de rutinas.

BERNARDO: ¡Me encanta oírte, Francisco! Ya me siento mucho mejor. Continúa.

FRANCISCO: Yo creo que lo más difícil para la gente es soltar la pasta, renunciar  a todo lo conseguido. Esa es la trampa del sistema. Con todo lo que se puede hacer en la vida ¿ no es una lástima dedicar la vida casi exclusivamente a conservar lo que se tiene?

BERNARDO: Pues, sí. Pero ahora, ¿qué será de nosotros?

FRANCISCO: No hay que preocuparse, el camino se hace cada día. Tú está vivo; yo estoy vivo; Dios está vivo y actúa. Sólo los muertos tienen el futuro asegurado. Nosotros nos lo jugamos cada mañana, pero como estamos desnudos, no tenemos nada que perder.

 (Despiertan los que estaban dormidos)

SILVESTRE: ¡Pero, bueno! ¿Qué os pasa, chicos? ¿Estáis “trascendentales”?

BERNARDO: (Riendo). Exactamente, Silvestre. Esa es la palabra, “trascendentales”. ¿Te unes?.

SILVESTRE: ¿Yo trascendental? ¡Vamos, hombre! ¡Hasta ahí podíamos llegar!

 (Entran en escena Clara, Ornela, María, Gino, Rufino. Se saludan y abrazan)

ORNELA: Me  alegro de verte tan bien, Bernardo. Pensaba encontrare cambiado, más serio…más grave… (Ríen todos).

BERNARDO: ¿Y por qué había de estarlo?

SILVESTRE: ¡Cambiar éste! ¡Pero si es un ejemplar único!

BERNARDO: ¡Pues anda que tú!

FRANCISCO: Bueno, Clara, y ¿a qué debemos el honor de tu visita?

CLARA: Aprovechamos que venía mi padre a Espoleto para hacer una gestión y nos acercamos a veros ¿Hemos hecho mal?

FRANCISCO: ¡No qué va!, al contrario. Nos alegramos mucho de veros.

MARIA: ¿Y vosotros qué tal?

GINO: Pues, ya ves, jodidos, pero contentos.

RUFINO: Esto es duro, pero nos sentimos bien.

ORNELA: ¿Cómo lleváis el peso de la fama? Porque os conocen en todos los sitios

BERNARDO: No será tanto

GINO: ¿Y Asís? ¿Cómo está Asís?

MARÍA: Asís, como siempre maravillosa.

CLARA: Sí, aunque sin vosotros, la ciudad paree otra cosa,  al menos para mí.

FRANCISCO: Siempre me acuerdo mucho de Asís, es una ciudad que guarda todos mis recuerdos.

SILVESTRE: Bueno, Francisco no te pongas en “trance”.

FRANCISCO: No, en serio. Es que me encanta mi ciudad. Es como un pueblo grande, al que no ha llegado la prisa y la contaminación de las grandes ciudades. Puedes pasear por sus callejas y hablar con todos los vecinos que conoces desde hace tiempo, porque nos conocemos todos, la verdad. Y a tus amigos los tienes más a mano. En Asís se pueden respirar todavía los aromas del campo y se puede vivir con alegría, aunque tengas menos dinero que en la gran ciudad. Total, no lo necesitas tanto…

BERNARDO: ¡Y que lo digas! Yo no cambiaría mi pequeña ciudad por ninguna otra. ¡Asís es única!

(Comienza la música de la canción de “Asís”).

FRANCISCO: Asís, tú te quedarás en la memoria de los hombres, como la ciudad que me ha visto nacer, como  la ciudad que ha guardado mi  espíritu de  paz y de fraternidad, como la ciudad convertida en encuentro de todas las culturas y civilizaciones.

(Cantan todos el tema)

 

                             CANCION 7: “ASIS”

 

   SOLISTA:  1.- Una ciudad que permanece callada

                            Recogida y dormida en el silencio del tiempo

                            Conservando el recuerdo de otros años vividos

                            En la gloria y el esplendor

 

   CORO:            Asís, Asís, ciudad de mis recuerdos

                            Hoy te quiero cantar una canción  de amor

                            Que me he vuelto a sentir hoy tan feliz como ayer

                            Por saber que un día aquí nací.

 

                           ¿Dónde encontrar como Asís un lugar

                            Que pueda a todos dar paz y tranquilidad;

                            Donde encontrar en el mundo una ciudad

                            Que ofrezca la amistad y la cordialidad.

                            Buscar un lugar donde compartir

                            Un poco de dicha y felicidad

                            Con todo aquel que venga y llame a vuestra puerta

                            Buscando la felicidad.

 

                            Asís, Asís, ciudad de mis recuerdos

                            Hoy te quiero cantar una canción  de amor

                            Que me he vuelto a sentir hoy tan feliz como ayer

                            Por saber que un día aquí nací.

 

FRANCISCO:   Luego,  cuando la tarde comienza su declive,

                           El último sol llena de polvo brillante

                           La inmensa llanura de la Umbría.

                           Y las alondras y gorriones

                           Inundan las callejas de la iglesia y del castillo,

                           mientras la montaña que los cobija

                           deja resonar los ecos de una canción:

 

                    2.-   Una ciudad que guarda  todos mis sueños

                           Y todos mis recuerdos

                           Todas mis ilusiones, todas las alegrías

                           Que llenaron los años

                           Que esperanza  y de juventud

 

                            Asís, Asís, ciudad de mis recuerdos

                            Hoy te quiero cantar una canción  de amor

                            Que me he vuelto a sentir hoy tan feliz como ayer

                             Por saber que un día aquí nací.

 

FIN DE LA SEGUNDA ESCENA

 

 

ESCENA III (Panda de “El Lobo”. Francisco, Clara y sus amigos. Vecinos de Asís). (Primero en el barrio de “El Lobo” y luego en la plaza de Asís

 (Oscuro. En escena, el moderno bufón, El Lobo  y su panda. Lentamente se hace la luz sobre el bufón y poco a poco sobre el resto de la panda. Todos los actores, excepto el bufón permanecen estáticos, como congelados en su acción. Unos en actitud de pelea, oro grupo sentado o tumbado en el suelo fumando, quizá una pareja se besa a un lado de la escena. El bufón lleva en la mano una especie de vejiga con la golpea a unos y a otros. Se dirige en parte al público y en parte a la panda):

BUFON: (Carcajada).  No me extraña…No me extraña nada. ¿Veis lo que ocurre por no tratar con mano dura a cierto tipo de gente?. Pueblo de Asís, ya veis cómo se comportan aquellos a quienes disteis una oportunidad; vuestra  confianza, la de los hombres y mujeres buenos, trabajadores, honrados…ha sido traicionado.

Podéis tener la conciencia tranquila; vosotros habéis puesto todo de vuestra parte. Pero sólo habéis recibido violencia por respuesta.

(Pausa. A un interlocutor imaginario) . No se puede ser tan ingenuo…¿Qué más pruebas de culpabilidad queréis? Mira la vida que continúan haciendo. Es, en definitiva, la vida que les gusta  a los que son como ellos, la única vida de que son capaces, a la que están acostumbrados. Pueblo de Asís ¿Todavía no sabes lo que hay que hacer con las manzanas podridas?

 (Sale el bufón  riendo. Al salir se cruza con Francisco y sus amigos  que entran en escena y miran con tristeza las actitudes de “El Lobo”  y su panda).

FRANCISCO: ¡Lobo, qué has hecho! ¿Te has vuelto loco?  

LOBO: ¡Quietos ahí! ¡Ni un paso más!

FRANCISCO: No te preocupes, no es mi intención pelear. Solo quiero decirte que no esperaba eso de ti. Deposité en ti mi confianza. Te creí sincero cuando estreché tu mano. Creí en tu palabra. Pero está visto que en tus entrañas sólo anida el odio y la violencia.

LOBO: ¡Basta, Francisco! Yo era sincero cuando te di mi mano. Han sido ellos los que han comenzado a acusarnos. Aceptamos   todas sus leyes, sus estrechas y falsas normas burguesas. Hasta que algo se torció. ¡Malditos sean mil veces! ¡Hijos de puta!

Hubo algunos robos en la ciudad y sus ojos cargados de odio y rencor nos acusaron a nosotros. Llamaron a la policía y nos encerraron sin pruebas. En la cárcel comprendí que aquella vida era imposible para nosotros. Sentí renacer en mis entrañas la fiera que llevo dentro, la rebeldía y el odio hacia una sociedad que nos cierra sus puertas y que nos obliga a tener que sobrevivir como sea. ¡Pues que se jodan!. Nosotros tenemos que alimentarnos y defendernos. Así que vete, hombrecito, déjame en mi mundo.

FRANCISCO: Me dejas de una pieza, Lobo. Esas gentes me han engañado, entonces. ¿Quién tiene la razón? Yo creo que nadie es totalmente bueno o malo, y que todo el mundo tiene su parte de razón, son las circunstancias las que van modelando a las personas.

LOBO: Esta vez no me convencerás, Francisco. No habrá una nueva oportunidad. Nuestro mundo es éste.

FRANCISCO: No hay más que un mundo, Lobo y en él tenemos que caber todos con nuestras alegrías y nuestras desdichas, pero en paz y armonía.

(Comienza la música)

 Paz, hermano Lobo, que aspiras a alcanzar la libertad y que vives acosado y perseguido por el hombre.

 

                                    CANCION 8: “EL LOBO (2)”

 

              CORO:         Paz, hermano Lobo,

                                    Paz a ti que aspiras a alcanzar la libertad

                                    Y vives perseguido por el hombre

 

           SOLISTA: 1.-  A ti que te rebelas impaciente

                                    A ti, desesperado y hambriento de igualdad

                                    A ti que te robaron el minuto de silencio

                                    El descanso de la tarde, de tu agobio y tu sudor

                                    El espacio del encuentro con tu hermano y con tu Dios.

 

                CORO:        Mis hermanos y amigos

                                     Enlazad  vuestras manos

                                     Compartamos el hambre

                                     La ansiedad, la ilusión,

                                     La amistad junto al fuego

                                     El calor junto al fuego

                                     El saludo en la calle

                                     El encuentro con Dios

                                     En el ciego, el leproso,

                                     En el monte en la flor

                                     En el pobre Francisco

                                     En el agua  y en el sol.

 

    (Se oscurece la escena. Plaza de Asís. Francisco camina por la plaza. Clara sale al encuentro. Algunos vecinos observan la escena).

CLARA: ¡Francisco! Me enteré que estabas en Asís y te he estado buscando. Quiero hablar contigo.

FRANCISCO: ¡Hola, Clara!!Qué sorpresa!. Dime. Te escucho… ¿Nos sentamos?

(Se sientan en el suelo)

CLARA: Quiero vivir como vosotros. También las otras chicas están decididas a hacer lo mismo.

FRANCISCO: Pero, ¿os van a dejar marchar de casa? Las chicas tenéis más problemas para marchar así a la ventura. Si fuera para estudiar o trabajar, sería más fácil…

CLARA: Entonces nos escaparemos y abandonaremos la casa, como habéis hecho vosotros. Yo, al menos, no estoy dispuesta a vivir la vida cómoda y burguesa para la que me prepara mi familia. Quiero ser libre como tú, compartir la alegría de vivir una vida en común junto a mis amigas y hermanas. ¿Sabes?, quiero dejar  un hueco en mi corazón para el silencio y para Dios.

FRANCISCO: La verdad es que no había pensado que a las chicas podría interesarlas nuestro modo de vida. ¡Es maravilloso que queráis compartir nuestra vida. ¿Qué es lo que te ha llevado a tomar esa decisión?

CLARA: Cuando os visité hace tiempo en Espoleto, me impresionó vuestra forma de vida, vuestras ideas e ilusiones, el modo de compartir las cosas…Cuando salí de allí noté que mi corazón se inundaba de un gozo nuevo y fresco. Vi que en vosotros estaban representados los ideales escondidos de mi juventud, que yo nunca antes había comprendido. Ahora lo tengo claro, Francisco.

FRANCISCO: ¡Cuánto me alegro, Clara, de que pienses así! Eso me confirma que también nosotros estamos por el buen camino. Os ayudaremos a encontrar un sitio, en donde os podáis alojar.

 (Se levanta Clara)

FRANCISCO: Os prepararemos una pequeña fiesta de acogida. Espera, te acompaña.

(Salen Clara y Francisco).

VECINO 1: Lo que nos faltaba. Pero ¿habéis oído? ¡Qué desfachatez! Ahora resulta que también se van las chicas.

VECINO 2: No, si a este paso, no va a quedar ni un solo joven en el barrio. ¡Qué barbaridad!

VECINO 3: ¿Pero de qué van a trabajar?

VECINO 4: ¿Pero es que se van a vivir juntos chicos y chicas? ¡Qué vergüenza!

VECINO 1: ¡Seguro que organizan orgías y cosas horribles!

VECINO 2: Bueno, los que nadie les puede negar es la alegría que tienen

VECINO 3: ¡Nada!!Nada! ¡Son unos degenerados!

VECINO 4: Pues cuando se entere el obispo de Asís…, ¡menudo follón se va a armar!

VECINO 3: ¿Y sus padres? Vaya papeleta

 (Entra Francisco y se queda escuchando sorprendido)

VECINO 1: ¿Pero que les dará el Francisco ese?

VECINO 3: ¡Nada! Qué les va a dar! Lo que pasa es que como no pegan ni golpe en todo el santo día, pues los chavales encantados.

VECINO 5: Lo que sí es cierto es que ayudan a la gente siempre que pueden.

VECINO 2: ¡Bah! ¡Qué van a ayudar ni ayudar! Eso es vagancia y desorden.

VECINO 4: La verdad es que un poco chiflados sí que están, porque eso no es forma de llevar una vida como Dios manda.

FRANCISCO: (Mirando a los vecinos) He aquí reunidas a las personas más honorables y selectas de la ciudad de Asís. Los máximos representantes de los valores y del orden establecido. Fieles cumplidores de las leyes. Ejemplo de honradez y virtud para la juventud. Muy religiosos, por supuesto ¿Y qué es lo que hace? Juzgar, criticar, despellejar y calumniar a todo aquel que no se conduce como ellos ¿Qué hicieron con unos chavales desorientados que vinieron a ellos buscando comprensión y ayuda? ¡Despreciarlos! ¡Entregarlos a la justicia con falsas acusaciones! Ese es el modelo de sociedad “respetable” que nos ofrecen a los jóvenes. Sólo que a nosotros no nos gusta. Queremos vivir más libres y con más sinceridad. No nos importa mostrar nuestra debilidad y defectos, porque son debilidades y defectos “humanos”.

 

(Se oscurece la escena)

 

FIN DE LA ESCENA TERCERA

 

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 ESCENA IV (Francisco y sus amigos. Clara y sus amigas) Interior.

 (En el pabellón de Espoleto. Aparece por un lado Francisco y sus amigos, con teas o velas encendidas. Por el lado opuesto, Clara y sus amigas).

FRANCISCO: Hemos encendido todas las velas que hemos encontrado para haceros un buen recibimiento.

CLARA: Gracias, Francisco,  es todo un detalle.

BERNARDO: ¡Venid! ¡Vamos a sentarnos aquí todos!

(Se sientan mezclados chicos y chicas)

FRANCISCO: Queridos amigos y hermanos, como ya sabéis, Clara y sus compañeras se unen a nuestro proyecto de vida. El Señor ha querido así confirmar que estamos en el camino cierto. Creo que nos seremos los únicos en vivir así.

SILVESTRE: ¡Vaya descubrimiento!. Eso lo sabía yo hace mucho tiempo.

BERNARDO: ¡Calla, Silvestre, no interrumpas!

FRANCISCO: Ellas quieren compartir la alegría y la experiencia de tener a Dios como único Padre y Señor, sin otra necesidad que la del amor sin límites y el desprendimiento en favor de los pobres y desamparados. Así, pues, os damos nuestra bienvenida

(Algunos  vítores, silbidos y aplausos, con bromas joviales).

(Comienza la música de la Canción de Clara, mientras Francisco se levanta y cogiendo las manos de Clara se coloca en el centro de todos)

   Clara, me alegro mucho de que sigáis nuestro ejemplo, viviendo un proyecto de vida distinto, en comunidad con tus hermanas y desprendidas de todo lo superfluo que no sirva a vuestros  propósitos de vida en oración y de desprendimiento total a favor de los más necesitados. (Clara comienza a cantar)

 

                                   CANCION 9: “CLARA”

 

         SOLISTA: 1.-  Como tú, Francisco quiero ser

                                  Francisco déjame seguir tu propia senda.

                                  Déjame que aprenda a descubrir

                                  Las ansias de vivir que nacen de tu corazón

 

                   CORO:  Como el sol que al mundo da su luz

                                 O la flor que al hombre da su olor

                                 Así tú serás, como el sol, como la flor,

                                 Que darás fragancia y claridad,

                                 Así tú serás como el sol, como la flor

                                 Que atraerás  a muchos a tu amor.

 (Mientras suena la introducción a la segunda letra, dice Francisco)

 

FRANCISCO: Clara manifiesta tu voluntad de compartir tu vida y tu fe con las hermanas que el Señor te quiera dar.

CANCION: SOLISTA 2.-     Déjame que quiero compartir

                                                Que quiero convivir y dar la propia vida

                                                Déjame que aprenda a descubrir

                                                Las ansias de vivir que nacen de tu corazón

             

                       CORO:            Como el sol que al mundo da su luz

                                                O la flor que al hombre da su olor

                                                Así tú serás, como el sol, como la flor,

                                                Que darás fragancia y claridad,

                                                Así tú serás como el sol, como la flor

                                                Que atraerás  a muchos a tu amor.

 (Mientras comienza la música de la tercera letra)

FRANCISCO: Clara, manifiesta tu voluntad de vivir en paz con todos los seres de la creación, que nuestro Padre Dios ha creado amorosamente y de vivir en alegría, a pesar de todas las adversidades que nos puedan acechar.

(Clara canta)

 

CANCION.-3.- SOLISTA : Solo sé que no puedo seguir

                                              Cansada de vivir sin paz, sin alegría

                                              Déjame que aprenda a descubrir

                                              Las ansias de vivir que nacen de tu corazón

             

                            CORO:     Como el sol que al mundo da su luz

                                             O la flor que al hombre da su olor

                                             Así tú serás, como el sol, como la flor,

                                             Que darás fragancia y claridad,

                                             Así tú serás como el sol, como la flor

                                             Que atraerás  a muchos a tu amor.

 

FRANCISCO: Clara, yo te prometo, de parte del Señor, que si cumples todas estas cosas que has manifestado, serás  feliz y harás felices a los demás. Y yo en nombre de mis compañeros me alegro de acogerte en nuestro proyecto de vida.

 (Francisco le da unas flores que Bernardo le había alargado. Se abrazan. Se pueden abrazar todos entre sí. La escena se oscurece)

 

FIN DE LA ESCENA CUARTA

 

ESCENA  V (Todos los de la escena anterior. En el campo)

FRANCISCO: ¡Qué bien se está aquí! Hemos hecho bien escoger  este sitio. ¡Es estupendo!

BERNARDO: A mi encantan las salidas al campo. Además creo que son necesarias.

SILVESTRE: ¡Dímelo a mí! Yo siempre soñaba con poder ir a la sierra  los fines de semana y envidiaba a los  que tenían un chalecito en la sierra. Ahora me doy cuenta que no hace falta ser rico para disfrutar de la naturaleza ¿No oís el canto de los pájaros y el murmullo del agua a lo lejos?

ORNELA: Sí ¡qué ruidos tan distintos a los de la ciudad! ¿Pero hasta cuándo podremos conservar todo esto?, Porque con tanta contaminación y especulación inmobiliaria nos estamos cargando esta naturaleza tan hermosa que se nos ha dado.

SILVESTRE: Me dan ganas de tirarme rodando por aquella ladera cubierta de hierba ¿Vamos, Bernardo?

BERNARDO: Espera, espera. Eso era lo que más gustaba hacer cuando de pequeño iba al campo con mis padres. Hasta que un día, resulta que, debajo de la fresca y limpia hierba, había un número considerable de “firmas húmedas” de vaca. No queráis saber cómo me puse (Ríen todos). Desde entonces, como os podéis imaginar, nunca he vuelto a hacerlo.

SILVESTRE: (Riendo).Después de lo que has contado, creo que yo tampoco me voy a tirar.

FRANCISCO: Sois muy graciosos. Bueno, chicas ¿qué tal os ha ido esta semana?

MARIA: Yo aprovechando que fui el otro día a Asís a gestionar con mis amigos de Cáritas  lo de la pensión para unos viejecitos que tenemos en el barrio, fui a comer a casa de mis padres…Y otra vez estuvimos discutiendo. No les gusta que esté sin trabajar y me dedique a esas cosas.

CLARA: Pues Ornela y yo estuvimos con nuestra ONG de la ciudad llevando de paseo a los discapacitados del centro. ¡Qué paciencia hay que tener! ¡Pero cómo te lo agradecen luego! Es muy gratificante, la verdad.

ORNELA: Yo estuve también en el Ayuntamiento con los amigos de “Médicos sin fronteras” para pedir una subvención para el grupo de drogatas de mi barrio. Nos han prometido ayuda.

GINO: Pues como estéis esperando ayuda del Ayuntamiento vais listos. Tengo entendido que se han gastado todo el presupuesto de este año.

CLARA: Pero, bueno ¿Por qué no dejamos estos  líos de la ciudad? Hemos venido para descansar, ¿no?

SILVESTRE: ¿Sabéis lo que os digo? Que deberíamos vivir siempre así, en el campo, libres como los pájaros y los animales.

BERNARDO: Ya empiezas con tus “chorradas” de siempre.

GINO: No creas que no le falte razón. Sería hermoso. Si la humanidad viviera más ceca de la naturaleza sin la necesidad de acumular tantas cosas inútiles, todos seríamos más felices: habría comida para todos, todos tendrían una vivienda en donde cobijarse y un trabajo de que alimentarse.

RUFINO: Sí, no estaríamos tan condicionados por el coche, la televisión, la playstation y el mundo virtual y robótico, que nos está convirtiendo en máquinas y nos aleja del mundo que nos rodea.

BERNARDO: ¡Qué ilusos sois! ¿Y de qué íbamos a vivir? ¿En dónde íbamos a trabajar? Si alguien se pusiera enfermo, ¿quién le iba a curar, el viejo de la tribu?¿No os dais cuenta de que estamos atrapados? Por suerte o por desgracia, no podemos vivir al margen del progreso y de la civilización?

FRANCISCO: ¿Y qué es el progreso, Bernardo? Talar más árboles para hacer nuevas urbanizaciones o un parque eólico? ¿Contaminar los ríos con los nuevos residuos de las fábricas? ¿Taponar la capa de ozono con los humos de miles de coches y de industrias? ¿Tener un montón de cacharros para tener más tiempo libre, sin saber en qué utilizarlo?

No nos engañemos. Eso no trae en definitiva la felicidad. El progreso además, no se puede conseguir a costa de los demás, dejando en las cavernas a los del tercer mundo. 

SILVESTRE: Tienes razón, Francisco. ¿Pero no hemos dicho que venimos a descansar? ¿Por qué os ponéis “transcendentales” en un sitio tan idílico como este? Venga, vamos a coger la guitarra y cantemos algo. ¿Por qué no cantamos el “Cántico de las Criaturas” que nos ha compuesto Francisco?

FRANCISCO: Me parece bien. Amigos, hemos podido crear una comunidad de amigos y hermanos preocupados por cambiar algunas cosas que no funcionan y por participar de bienes comunes. Esta es la vida que queremos vivir. Y esta es una respuesta  a un mundo agrietado por el egoísmo de unos pocos que  amenazan  con destruir el mundo de todos. La  vieja torre de Babel en la que nadie se entiende, se está hundiendo y el cambio climático amenaza con destruir la naturaleza que nos sustenta a todos.

   Ahora comprendo el sueño que tuve hace tiempo… (rememorando)

Sobre mis hombros descansaba un edificio en ruinas… Ahora lo entiendo. Hemos de impedir que el viejo edificio del mundo se derrumbe. Todos hemos de contribuir a apuntalar la vieja construcción del mundo, que amenaza ruina.

(Suena la introducción musical del tema: “Canto a la naturaleza”, mientras habla Francisco)

Un mundo en donde pueda escucharse de nuevo los cantos de los pájaros, el rumor del viento entre los árboles, el murmullo del agua, el crepitar del fuego en la floresta, la risa de los niños jugando entre las flores….Vamos a cantar el “Cántico de las Criaturas”.

 

        CANCION 10: “La NATURALEZA

 

 1.-  Una ciudad el hombre construyó

       Que se llenó de ruidos y de horror

       Y aquí perdió el hombre su alegría

       Y se olvidó de Dios y del Amor.

 

        Coge una flor y en ella aprenderás

        Que a Dios nos quiere a todos revelar

        El amor que nos tiene, la fuera natural de su bondad

        Que todos los seres deben dar

        Un poco de amistad y de hermandad a los demás.

 

 2.-  Un nuevo mundo empieza a construir

        Donde el amor ocupe su lugar

        Donde los hombres puedan alegrarse

        De conseguir la plena libertad

 

        Mira el arroyo que fluye hacia el mar

        O la avecilla que hacia el cielo va

        Así el hombre camina, hermano de las aves y del mar

        Cogido de la mano a los demás

        En busca del amor y de la paz que en Dios está.

 

 3.-  Loado seas por tus criaturas

       El sol, la luna y todas las estrellas

       El viento el aire, el fuego bello y fuerte

       La tierra entera llena de color.

 

       A ti, Señor, la gloria y el honor

       Porque creaste un mundo de ilusión.

       Tú nos diste hermanos y amigos en la tierra a quien amar.

       Y el hombre así no cesa de elevar

       Su canto de amistad y libertad a los demás.

 

 4.-  Gracias, Señor, por este mundo hermoso,

       Por tantos seres tan maravillosos;

       Gracias, Señor, por darnos a Francisco:

       Un hombre libre, un santo y un juglar.

 

       A ti Señor, la gloria y el honor,

       Porque creaste un mundo de ilusión.

       Tú nos diste hermanos y amigos en la tierra a quien amar.

       Y el hombre así no cesa de elevar

       Su canto de amistad y libertad a los demás.

 

FIN DE LA ESCENA QUINTA

 

ESCENA VI  (Pabellón en Espoleto. Interior), Francisco, Clara y compañeros)

(Luz sobre el relator. Música suave de fondo con el tema de San Francisco).

RELATOR: La vida de los compañeros en torno a Francisco y Clara continuaba entre el compromiso social con los necesitados de la ciudad y la oración en casa. El poco dinero que sacaban de las ayudas de las ONG y de algunos trabajos eventuales les llegaba a duras penas para alimentarse y vivir con lo imprescindible. ¡Pero eran felices!

…Eran conocidos y respetados como el grupo de amigos de  Francisco. Todavía tenía que pasar tiempo hasta  complicarse la idea original con la llegada de mucha gente, es decir, todavía no había llegado el reconocimiento por parte de la Iglesia oficial, ni la organización interna de los frailes, ni las grandes casas y conventos, ni los capítulos para elegir representantes y superiores, ni los trabajos parroquiales y pastorales… Eso sería otra historia. Por el momento, Francisco y sus amigos vivían sin mirar al futuro, sólo con las preocupaciones del momento: la subsistencia diaria y la preocupación por los demás y por el deterioro del mundo…

(Sale el relator y se enciende la luz sobre los que están en escena).

(En escena, Silvestre leyendo el periódico y Francisco. Entran los demás).

BERNARDO: ¡Ya estamos aquí!

FRANCISCO: ¿De dónde venís?

CLARA: De la sentada por la retirada de las tropas de Irak que se celebra todos los sábados en la plaza.

SILVESTRE: ¿Y qué tal os ha ido?

MARIA: Muy bien. Lo que pasa es  que no había mucha gente.

FRANCISCO: No importa, es nuestra pequeña aportación por la paz. Tenemos que aportar cada uno nuestro pequeño granito para lograr un mundo en paz, que falta nos hace.

ORNELA: Así es, porque muchos granitos de arena hacen una playa.

BERNARDO: ¡Una playa que ponga freno, con dulzura, al violento oleaje del mar!

CLARA: ¡Oye, qué bien te ha salido!

SILVESTRE: Lo habrá leído en algún sitio.

BERNARDO: No empieces, Silvestre  y tengamos la fiesta en paz, que para eso venimos de dónde venimos.

SILVESTRE: A propósito, ¿sabéis lo que estaba leyendo? Escuchad: “En California, un antiguo soldado licenciado de la guerra de Irak, echó a tiros a una pandilla de jóvenes a los que había descubierto robando en su casa y que huyeron despavoridos. Para ello se sirvió de su antigua metralleta, que guardaba en el desván como trofeo de guerra. Ante la policía se jactó de su acción, como si se tratara de una victoria militar”

¿Qué os parece?

BERNARDO: Pues como las películas del Oeste. El género no acaba. Ya sabéis lo que pasa en muchas escuelas y Universidades de Estados Unidos.  ¡La gente se lía a tiros!

CLARA: ¡Qué horror! Todo esto es porque no nos aceptamos unos a otros y no aceptamos las diferencias.

FRANCISCO: Las diferencias no separan. No aceptamos tan fácilmente la diversidad en un mundo, que sin embargo es cada vez más global.

BERNARDO: Es verdad, Francisco ¡Cuantos recelos por causas religiosas, por ejemplo entre cristianos y musulmanes, cuántas  desavenencias e incomprensiones por cuestiones de raza, de educación, de sexo, de país, de partido político…

CLARA: ¡Y qué difícil es aceptar  todavía los matrimonios entre los gay, por ejemplo, o acercarnos a los enfermos de sida!

ORNELA: Por no habla del escabroso tema del diálogo con los terroristas. ¿Es todo esto posible, sin herir las sensibilidades de los otros? ¡Qué complicado!

FRANCISCO: Y luego está la guerra y la violencia. En casa, entre las familias y fuera de casa, entre los países. Ahí tenéis la misma tierra de Jesús en Palestina ¡Qué desastre!

BERNARDO: O la guerra de Afganistán, Irak y tantos otros sitios.

(Comienza la introducción musical del tema de La Paz”.

Francisco ¿ es posible la paz? ¿Podremos soñar un mundo nuevo en que todos seamos hermanos de verdad y nos respetemos mutuamente?

FRANCISCO: Claro que es posible la paz, Bernardo! ¿Recuerdas nuestra canción de la paz? (Comienza la música del tema de la Paz) Un día amanecerá en que los hombres encontrarán un mundo nuevo en paz consigo mismo y con la naturaleza.

 

                                        CANCION 12: “LA PAZ

 

                   SOLISTA:  Un día volverá, tal vez no tardará

                                       Quién lo podrá soñar, quién lo podrá contar.

                                       El día aquél será el de la libertad

                                       Que el mundo cambiará

                                       Y al mundo ayudará a vivir en paz.

 

                  CORO:        Un día nuevo amanecerá, amanecerá

                                       En que los hombres al amor podrán despertar, podrán despertar

                                       Un mundo nuevo habrá que viva en amistad, que viva en amistad.

 

                                       No volverán las madres a llorar

                                       Porque los hijos a la guerra van

                                       Y en el silencio, junto al hogar

                                       El fantasma del miedo no volverá

 

                                       No volverán los cascos a brillar

                                       Todas las armas enmudecerán

                                       Viejas heridas se cerrarán

                                       Y los hombres de nuevo tendrán la paz.

 

           SOLISTA:          Trabaja por la paz, no te arrepentirás

                                       No mires hacia atrás y piensa en los demás.

                                       Así la historia cambiará, cambiará

                                       Y un hombre nuevo surgirá, surgirá

 

FRANCISCO: (Dirigiéndose al público): Amigos, esto ha sido todo. Este es el final de la obra. Gracias por haber presenciado un fragmento de nuestra vida! Éste fue nuestro mensaje en los albores del siglo XIII y este es nuestro mensaje ahora y  siempre… ¡Haced vosotros lo mismo!… Que cada uno aporte, como nosotros, su pequeño grano de arena para que los hombres encuentren la  paz y  el amor y nuestro mundo sea más justo.

 

(Suena la obertura. Mientras saludan,  cae el telón)

 

 

FIN DE LA OBRA

(Revisión: Salamanca 2 de mayo de 2007)

 

 

 

       "BUSCO LA EMOCIÓN MÁS QUE EL ENTRETENIMIENTO"

Julio Llamazares publica «Tanta pasión para nada», una recopilación de cuentos

 

 

IGNACIO GIL JULIO A. LLAMAZARES

 09/02/2011 - / MADRID

 

«Yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos…», cantó León Felipe. A Julio Llamazares también le dormían con cuentos, esos que pasaban de boca en boca en su Vegamián natal, antes de que la televisión se pusiera a contar historias como una loca. Llamazares vuelve a ese territorio narrativo tan especial que es el cuento con «Tanta pasión para nada» (Ed. Alfaguara), volumen que reúne varias piezas escritas en los últimos años. Tranquilo y sereno («le he leído algunos a mi hijo de once años y se ha enganchado, y ése era el examen más difícil») el escritor leonés recuerda aquellos días junto al fuego, mientras los mayores de la casa llenaban las noches heladas de fábulas.

«Sí, nací antes de la televisión y pasé la infancia en un mundo rural que ha desaparecido, del que sólo quedan sombras y segundas residencias. Entonces, aún se conservaba aquello de hablar y contar. No olvidemos que la pasión de contar forma parte de la condición humana desde siempre. Crecemos queriendo que nos cuenten cuentos, historias... cuentos que nos llevan a entender más la vida y a vivir mejor». Incluso, aquella vieja cultura oral ha dejado su huella en la obra de Julio Llamazares. «Recuerdo que Norman Mailer decía que todo escritor en su primera novela intenta contar los cuentos con los que le dormían de niño. A mí, desde luego me pasó con "Luna de lobos", que nació de las historias que me contaban en casa de la gente que se había echado al monte tras la Guerra Civil. Además de historias, aquellos cuentos nos transmitían la magia y la fantasía de la narración que al fin y al cabo es de lo que vivimos los escritores».

Este puñado de cuentos no son, precisamente, la alegría de la huerta. Fatalidades, mala suerte, imprevistos, el destino juega en ellos con un as bajo la manga. «Ninguno de mis libros, y éste tampoco, son optimistas. Es mi visión del mundo. No es que sea especialmente pesimista, más bien me definiría como realista. Pero la vida es una película, una novela, y no precisamente con final feliz. Sabemos que todo esto no tiene mucho sentido, pero también sabemos que tenemos que vivir con toda la pasión del mundo, de lo contrario la existencia sería imposible. Si este libro tiene alguna moraleja es la de que la gente pone mucha pasión en su vida sabiendo que la pasión a largo plazo no sirve para nada, como dice el título, tanta pasión para nada. Eso es la vida».

Otra arquitectura: Cuando los cuentos son buenos, intensos, emotivos, como es el caso, muchas veces impactan antes y con más fuerza en el lector que una densa novela. Llamazares echa cuentas sobre el oficio de escribir: «Un cuento exige una intensidad, un ritmo, una mirada y otro tipo de arquitectura que la novela. Esto es como el atletismo, hay gente que por constitución está muy dotada para correr muy bien los 100 metros y no pinta nada en la maratón. Una novela es como levantar un edificio de veinte plantas, y un cuento es como edificar una casita pequeña para los aperos de labranza. La esencia del cuento es la inmediatez, ir directo al grano, sin rodeos». Y eso sucede en las narraciones de «Tanta pasión para nada», que a menudo cortan el aliento. «En cierta manera —continúa el autor de «La lentitud de los bueyes»—, los cuentos tienen algo de golpe bajo, son como fogonazos en la oscuridad, y yo lo que intento, precisamente, es golpear la conciencia de los lectores, porque primero golpeo mi propia conciencia. Yo no escribo para entretener a nadie, yo escribo para hacer pensar y para hacer sentir, y para pensar y sentir yo mismo. En ese sentido, puede que entienda la literatura de una manera que no esté de moda y que sea un escritor antiguo, pero yo busco la emoción, no el entretenimiento».